Desde la casa de santa Ana
Queridos amigos:
Es para nosotros una muy grande alegría contarles de la gracia enorme que significa para nosotros celebrar esta solemnidad (que este año se trasladó al pasado 8 de abril debido a la Pascua) en el lugar mismo donde aconteció dicho misterio, del cual además toma el nombre nuestra familia religiosa del ”Verbo Encarnado”, y que además los monjes llevamos impreso en el santo escapulario que forma parte de nuestro hábito religioso; fue así que la celebración fue como correspondía que fuese: en familia.
Para los festejos rezamos los Maitines aquí, en nuestro Monasterio, y al día siguiente participamos de la Santa Misa y el ángelus en la Basílica de la Anunciación, en Nazaret, donde hace poco más de 2000 años nuestro Señor Jesucristo entró a este mundo en el vientre de María santísima por obra del Espíritu Santo.
Luego de la participación litúrgica, tuvimos un almuerzo festivo nuevamente en nuestra casa y después pudimos compartir un rato más con nuestras hermanas y sacerdotes antes de que regresaran cada uno a sus respectivos lugares de misión.
Damos gracias a Dios, como siempre, por la enorme gracia que significa vivir y testimoniar el Evangelio en Tierra Santa, y nos encomendamos a sus oraciones para ser siempre fieles al mandato misionero, llevando a todas las almas las inefables consecuencias de la Encarnación del Hijo de Dios y su paso redentor por la tierra.
Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia.
P. Gabriel Romanelli, superior provincial, durante la homilía