¡Abuna!, ¡abuna!: “¡Manos y manitos a la obra!”

Desde la casa de santa Ana

 

Queridos amigos:
El día de hoy les queremos compartir una nueva y muy especial jornada de trabajo con voluntarios en nuestro monasterio el día de ayer, sábado. Desde ya les anticipamos que no será precisamente breve esta crónica, ya que han sido muchas las gracias recibidas por medio de nuestros colaboradores, así como las que ellos mismos han recibido ciertamente por su generosidad.

“¡Abuna!, ¡abuna!”, fue la palabra que más veces llegó a nuestros oídos durante toda la jornada, y que es la manera de llamar a los sacerdotes que tienen los árabes cristianos aquí, es decir, “Padre”; y que normalmente venía acompañada de gestos y mímicas (especialmente de los más pequeños), para preguntarnos “qué más hacer”, o “dónde dejo esto”, “qué hacer con aquello”, o simplemente mostrarnos cómo trabajaban con una gran y común sonrisa.

La jornada comenzó con la oración, como corresponde, para ofrecer el trabajo a Dios y encomendarnos a san José obrero. En seguida les dimos una pequeña charla sobre la vocación: a la existencia, a la Iglesia, a buscar en todo la santidad, e ir descubriendo poco a poco el plan de Dios en lo que se refiere a toda nuestra vida. La plática fue en italiano e iba siendo traducida al árabe. Posteriormente se distribuyeron los niños y jóvenes por sectores con sus respectivos encargados y “pusimos manos y manitos a la obra”, ya que éramos los monjes, adultos, jóvenes y niños ocupados cada uno en su tarea: los más pequeñitos ayudaron en el jardín de la Virgen, otros se encargaron de la sacristía, una señora del planchado de los elementos litúrgicos y el resto nos dedicamos en gran parte a sacar malezas, tirarlas afuera, limpiar, etc., y finalmente hasta tuvimos la plantación de un árbol que pretende conmemorar toda esta mañana en equipo, además de flores en distintos lugares del Monasterio.

Una vez finalizados los trabajos, continuamos en comunidad con un almuerzo-árabe festivo, que los mismos voluntarios se encargaron de preparar, y donde las sonrisas no se ausentaron jamás, así como tampoco los “¡abunas!” de los niños.

Luego nos fuimos a la capilla para dar gracias a Dios en primer lugar, y luego a nuestros colaboradores, quienes con sus manos (y sus manitos), su esfuerzo y su alegría, nos ayudaron enormemente con el mantenimiento de este lugar santo, y nos mostraron una vez más cómo pese a las diferencias culturales y demás, siempre nuestra fe común es fuente de unidad para quienes creemos y queremos amar cada vez más y mejor a Dios.

Coronamos la jornada con la bendición y despedida de los niños, luego de la torta con uno de ellos que justamente estaba de cumpleaños y por sorpresa recibió aquí todos los saludos.

Encomendamos a sus oraciones a todos los cristianos de Medio Oriente, especialmente los niños y jóvenes, para que jamás se marchite en ellos la fuerza de la fe, y para que surjan de entre ellos abundantes y santas vocaciones para la Iglesia.

Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia.
“Abuna Jason y abuna Néstor”

PD: Y por supuesto, les compartimos las fotos que nos han enviado.
¡Feliz Domingo!