Obispos y sacerdotes en Séforis

Muchos consagrados nos visitan

 

Queridos amigos:
Como ya saben, parte de nuestro apostolado es la recepción de peregrinos en este santo lugar, es decir, aquellos que por gracia de Dios han podido visitar Tierra Santa y que dentro de su itinerario han decidido incluir los restos de la casa de santa Ana. Con gran alegría les compartimos un par de visitas muy especiales, ya que hemos tenido la gracia de recibir a 20 obispos de la Conferencia Episcopal de República Checa, y a un grupo de nuestros sacerdotes misioneros en Extremo Oriente.

Obispos de República Checa
El pasado 12 de marzo, hemos recibido a un grupo de 20 Obispos y 4 colaboradores, de República Checa, quienes quisieron aprovechar esta peregrinación para hacer una tarde de formación y retiro en nuestro Monasterio. Al principio les explicamos que no contamos con un lugar para conferencias ni nada más grande que nuestra pequeña capilla, en la cual podrían entrar bastante ajustados agregando algunas sillas; sin embargo, insistieron en que el jardín estaría bien y, en caso de mal tiempo, entrarían sin problemas en la capilla. Providencialmente se nubló antes que llegaran y así permaneció toda la tarde, así que luego del correspondiente recibimiento y presentación comenzaron con una plática y luego reflexión personal por el monasterio, especialmente el jardín de la Cruz.
Antes de partir se quisieron despedir todos de nosotros; se mostraron muy contentos y agradecidos, y por supuesto nos pidieron oraciones por su labor en la Iglesia, esperando “volver a vernos” más adelante si se llega a dar nuevamente la oportunidad.

Nuestros misioneros
Escribía san Juan Pablo II: “Inculturación es lo que permite a la Iglesia encarnar el Evangelio en las diferentes culturas, asumiendo lo que hay de bueno en estas culturas, y renovándolas desde su interior. La inculturación constituye un camino hacia una plena evangelización para que todo hombre pueda acoger a Jesucristo en la integridad de su ser personal, cultural, económico y político, de cara a su plena y total unión con Dios Padre y de una vida santa bajo la acción del Espíritu Santo…”; para lo cual se necesitan almas misioneras, que lleven el mensaje de Jesucristo por todo el mundo; y es así que siempre para nosotros es una gracia recibir a nuestros misioneros que tienen la oportunidad de visitarnos, quienes junto con pedirnos oraciones por la misión de nuestra familia religiosa del Verbo Encarnado y de la Iglesia, además nos cuentan acerca del trabajo que realizan en sus distintas misiones, motivo de acción de gracias y renovación y aumento de plegarias y sacrificios, para cada día sean más las almas que se beneficien del Anuncio del Evangelio.

En esta oportunidad, contamos con la visita nuestros sacerdotes: P. Gervais Baudry, misionero Hong Kong; los padres Salvador Curutchet, Luis Zapata, misioneros en Filipinas; y el P. Michael Zhang, misionero en Taiwan.; quienes celebraron la santa Misa en nuestra capilla y nos acompañaron durante la Adoración Eucarística de la tarde, para luego rezar todos juntos las Vísperas y terminar con una grata cena en Familia.

Damos gracias a Dios por permitirnos recibir a los peregrinos en este santo lugar, especialmente en esta ocasión en que en tan pocos días recibimos a tantos consagrados, es decir, “obreros que trabajan para la mies del Señor”; a quienes encomendamos a sus oraciones junto con pedirles también que tengan presente en ellas el aumento de las vocaciones a la vida consagrada, especialmente para que cada día sean más las almas dispuestas a dejarlo todo por llevar el Evangelio de Jesucristo hasta los confines del mundo.

Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia;
Séforis, Tierra Santa.

Vía Crucis

9ª Estación: Jesús cae por tercera vez

 Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos,

que por tu santa cruz redimiste al mundo

 

Por tercera vez rendido

bajo el leño inexorable

se desploma malherido,

cuan divino y lamentable,

Jesucristo escarnecido.

 

 Una vez más el Mesías cae por tierra agobiado y extenuado de sufrimientos. Los soldados le gritan toda clase de insolencias, no sea que no llegue al Calvario. Con perversa ironía los fariseos le preguntan ¿por qué no haces ahora un milagro?, ¿por qué no te sanas a ti mismo?, acudió al Señor, que lo ponga a salvo, que lo libre si tanto lo quiere (Sal 21, 9). Pero Jesús, que en su pasión no profería amenazas, simplemente guarda silencio.

Señor Jesús, Varón de dolores, te golpeas contra el suelo y desde allí observas atento cómo te desprecian aquellos por quienes caes; ¡basta ya!, Señor de misericordia, ¡compadécete de ti mismo!: ¿acaso no te asistieron los ángeles en el desierto?, ¿acaso no te consoló un ángel en el huerto?, mas ahora ni siquiera ellos te vienen a ayudar. Señor, bien veo que mis reincidencias en el pecado te han arrojado por tierra; bien comprendo ahora que mis incumplidas promesas te precipitan nuevamente sin compasión.

Contempla, alma mía, cuán maliciosa tibieza la tuya que hace padecer estos crueles ultrajes al Verbo eterno que vino a salvarte. Considera los frutos de tu deplorable actitud: ¿siembras mediocridad?, entonces cosecharás perdición; ¿condesciendes con el pecado?, entonces recibirás tu justa paga. Mira cuánto se esfuerza el Salvador para que tú no caigas.

Señor Jesús, toma mi voluntad y fortalécela con tu gracia; toma mi arrepentimiento y riégalo con tu preciosa sangre para que pueda cosechar tu misericordia divina. Concédeme la gracia de levantarme con un firme propósito de enmendar mi vida y convertirme a ti con sincero corazón.

(Padre Nuestro, Ave María o Gloria)

P. Jason.