Vía Crucis

12ª Estación: Jesús muere en la cruz

 Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos,

que por tu santa cruz redimiste al mundo

 

…El precio de esta mi alma pecadora

fue un Dios crucificado

que ofrece eternidad a quien quisiere

morar en su costado.

 

 Señor, que vuestra muerte sea mi muerte

que aquí con vos me muero.

la vida que sufriente me ganasteis

clavado en vos espero.

 

“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y dicho esto expiró”  (Lc 23,46). Se ha cumplido la hora perentoria… y Jesús permaneció fiel.

El universo entero se muestra dolorido por la muerte del Verbo Encarnado: los cielos se revisten de tinieblas; la tierra vehemente reprocha el deicidio de los hombres estremeciéndose con furia; los mares se agitan, los vientos arrecian, pero los hombres simplemente huyen. El velo del templo se rasga por la mitad porque el Santo de los Santos, venido en carne, fue entregado a la muerte por aquellos que vino a salvar.

¿Ya ves, Jesús mío, cómo he huido tantas veces de tu cruz?, huyo ante los temblores que agitan mi conciencia, ante las mociones de tu espíritu que soplan en mi alma, ante la sombría miseria que se cierne sobre mí, y, sin embargo, tú permaneces ahí, convertido tu cuerpo exangüe en monumento divino-humano de aceptación a la voluntad del Padre, de amor por los hombres y entrega absoluta hasta la muerte por causa de mi alma.

Considera, alma mía, cuánto valió tu salvación; considera la bendita vida del Mesías que humildísimo, siendo Creador de cielo y tierra, se hizo pequeño candil para iluminar tus tinieblas con su luz, aquella luz que despreciaron tus innumerables faltas y que ahora se apaga lentamente con su propia sangre para mostrarte hasta qué punto es capaz de llegar el amor divino por ti.

 Señor y Dios mío, por tu santa muerte, por tus clavos, tus espinas, tu madero, concédeme, te suplico encarecido, un crecido, intenso y constante dolor de mis pecados; concédeme por favor la gracia de crucificarme cada día y morir contigo. Mi buen Jesús, permíteme llorar mis pecados con mi vida tomando cada día mayor conciencia de que sólo cobra sentido si la vivo a la luz de tu entrega por mí hasta la muerte.

(Padre Nuestro, Ave María o Gloria)

P. Jason.