“El monje”

Poesía dedicada a

mis compañeros monjes de todo el mundo

 

“El Monje”
(En ocasión de la jornada pro orantibus 2019)

¿Qué es un monje? me preguntas,
pues te explico lo que entiendo:
por afuera, sólo un hombre,
mas por dentro, un predilecto…;

Es un hombre como todos
carne y huesos más flaquezas,
miserable por ser polvo
pues también salió de tierra.
Más en algo se distingue
y de allí se sigue el resto,
en que a Dios constante sigue,
no se guarda ni un momento.

Ya su vida no es su vida
sólo es suyo el corazón,
corazón que no mezquina
pues de él dispone Dios;
en su entrega generosa
prefirió la soledad,
soledad que al mundo choca
y esto es una gran verdad;
no es ausencia de personas
sólo cambia compañía,
sus palabras se hacen pocas,
sus plegarias infinitas;
pues oculto en el silencio
pide a Cristo que lo tome,
que las culpas de otro tiempo
las convierta en oraciones:

Oraciones que en el cielo
son fragantes como rosas,
que se elevan como incienso
y hermosean al que ora:
oraciones que interceden
por el alma en agonía,
oraciones que mantienen
en los hombres la fe viva;
oraciones que reparan
los pecados cometidos,
oraciones que acompañan
a sus seres más queridos.

Otra cosa que hace el monje
es clamar en el silencio,
se asemeja al Cristo pobre
que lloraba allá en el huerto;
ese Cristo doloroso
que con lágrimas rogaba
a su Padre Bondadoso
que a los hombres perdonara;
aquel Cristo tan amante
que asumiendo los pecados
“por clemente fue culpable”
y al madero lo clavaron.

El monje también se clava,
se clava con el Maestro,
comparte su misma espada
y combate en el silencio;
su batalla no es ruidosa
pues combátese a sí mismo,
los defectos se reprocha,
quiere andar en heroísmo.

Pide a Dios, en su miseria,
le conceda las virtudes;
caridad y fortaleza,
y a la Virgen que lo ayude
a ser ejemplo de humildad,
esperanza y sacrificio,
a ser en definitiva
fiel imagen de su Hijo:
obediente en todo al Padre,
consagrado a sus hermanos,
por amor dispuesto a muerte
y enemigo del pecado.

Caballero del Divino
dejó el mundo por las almas;
de este mundo fue cautivo,
y ahora es libre por la gracia;
de esa gracia que lo alegra,
que regocija su interior,
que promete vida eterna
al vasallo fiel de Dios.

Ya sus armas son distintas
no pelea con fusiles:
un rosario con sus cuentas
y la gracia que lo anime,
fuerte yelmo es su capucha,
lo separa de los ruines,
la armadura que lo cuida
es el hábito que viste.

Sus plegarias son la lanza
con que vence al tentador,
sus palabras son espada
que se blande en el ambón;
con paciencia y sacrificios
cabalgando va en tesón
y la fuente de sus bríos
es la Madre del Señor;
esa Madre que lo cubre,
que protege su pureza,
que lo mira siempre dulce,
que resguarda su inocencia,
que lo toma de la mano
como niño balbuciente
y lo lleva con cuidado
hacia la patria celeste.

Y para llegar al cielo
eligió parte mejor:
de rodillas, al Maestro
se entregó en contemplación.
contribuye al plan divino
con su vida de oración,
pero el mérito es de Cristo:
Verbo eterno y Redentor;

Pide siempre ser constante
a la Santa Trinidad,
y lo libre de aferrarse
a la propia voluntad.
Sólo en Dios abandonado
en la fe vive y se esconde…;
mi respuesta he formulado,
algo de esto es un monje.

P. Jason.
(Escrito durante el tiempo de diaconado)