Archivo del mes: noviembre 2023
Acto de confianza
San David Uribe, sacerdote;
Mártir de la eucaristía
Estoy convencido Dios mío, de que velas sobre todos los que esperan en Ti y de que no puede faltar cosa alguna a los que aguardan de Ti todas las cosas, que he determinado vivir en adelante sin ningún cuidado, descargando en Ti todas mis solicitudes.
“Dormiré y descansaré en paz, fiado en tus promesas, porque Tú Señor, de una manera singular has llenado mi corazón de verdadera y sólida esperanza”. Pueden los hombres despojarme de los bienes y de la honra; pueden las enfermedades privarme de las fuerzas y medios para servirte; es más, puedo yo por mi culpa perder tu gracia pecando, pero jamás perderé la esperanza en tu misericordia, antes la conservaré hasta el postrer suspiro de mi vida, y vanos serán los esfuerzos de todos los demonios del infierno para arrancármela.
Esperen otros la dicha de sus riquezas y de sus talentos; descansen otros en la inocencia de su vida, o en la esperanza de sus penitencias, o en la multitud de sus buenas obras, o en el fervor de sus oraciones: en cuanto a mí, Señor, toda mi confianza se funda en mi misma confianza: “porque Tú, Señor, de una manera singular has llenado mi corazón de verdadera y sólida esperanza”.
Confianza semejante nunca salió fallida a nadie: “nadie esperó en el Señor y quedó burlado”. Así que seguro estoy de ser eternamente bienaventurado, porque espero firmemente serlo, y porque eres Tú, Dios mío, de quien lo espero. “En Ti, Señor, tengo puesta mi esperanza”; no seré eternamente confundido. Conozco, es verdad, demasiado, conozco que soy frágil y mudable; sé cuánto pueden las tentaciones contra las virtudes más robustas, he visto caer estrellas del cielo y estremecerse las columnas del firmamento, pero nada de eso logra acobardarme si Tú estás conmigo, y lo estarás siempre mientras yo espere en Ti. Así estoy a salvo de toda desgracia y cierto estoy también, de que esperaré siempre, porque espero de Ti esa esperanza invariable. En fin, para mí es seguro ¡oh Dios mío!, que nunca será demasiado lo que espere de Ti y nunca tendré menos de lo que hubiere esperado.
Por tanto, espero que me sostendrás firme en los riesgos más inminentes, y me defenderás en medio de los ataques más furiosos y harás que mi flaqueza triunfe de los más espantosos enemigos. Espero que Tú me amarás siempre y que te amaré a Ti sin intermisión, sin reserva y sin límites. Y para llegar de un solo vuelo con la esperanza hasta donde puede llegarse ¡oh Dios mío!, espero en Ti mismo, y así confío que después de haberte conocido, amado y servido en el tiempo, tendré la dicha de verte y gozarte por toda la eternidad. Amén.