“Un año bueno y un año malo…”

Cosecha en el Monasterio de la Sagrada Familia

 

Queridos amigos:

Una cosa que hemos aprendido en estos años custodiando la casa de santa Ana, llegado el tiempo de la cosecha, es el hecho de que normalmente hay “un año bueno y un año malo”, según nos han enseñado los vecinos y según hemos podido constatar con nuestros propios ojos; es decir: un año la cosecha es abundante, y al año siguiente es, por el contrario, notablemente menor. Pues bien, como el año pasado fue, gracias a Dios, de mucha abundancia, no es de extrañar que esta vez, lo que anteriormente nos haya tomado prácticamente 3 semanas -y con ayuda de algunos amigos., este año lo hayamos hecho en tan sólo un día y medio. Sí, este año no llegamos ni siquiera a la cantidad que el propio monasterio suele necesitar hasta la siguiente cosecha así que más adelante, probablemente, nos tocará comprar aceite. Ahora bien, la gran pregunta respecto a la cosecha es: ¿realmente fue un año malo? Si atendemos al aspecto material, la respuesta podría ser afirmativa; sin embargo, espiritualmente hablando -que es lo que realmente nos interesa-, ¡podemos decir que fue excelente! Y esto por todo lo que implicó la jornada misma de trabajo y voluntariado.

El sábado bien temprano, luego de haber terminado nosotros las oraciones de la mañana (Adoración Eucarística, rezo de las horas litúrgicas y del santo rosario comunitario), llegaron nuestros amigos a realizar fielmente su voluntariado como el año anterior; pero no sólo eso, sino que esta vez trajeron a más personas para ayudarnos, de las cuales algunas no conocían siquiera el monasterio. Fue así que, luego de los correspondientes saludos y presentaciones, la jornada comenzó con la habitual visita guiada, que los peregrinos nos piden con el toque de campana que llama al monje portero a atender. Especialmente notable fue la alegría de quienes por primera vez estaban aquí para saber algo de la historia de este lugar santo perteneciente a la Custodia Franciscana de Tierra Santa, nuestros hermanos, y que actualmente, por gracia de Dios, los monjes del IVE podemos atender con nuestras oraciones y trabajos. Y luego de las preguntas y las fotos, tanto de las ruinas de la basílica como de la capilla, nos juntamos todos a rezar y encomendar la jornada de cosecha a la Sagrada Familia, ofreciéndola por todas las almas encomendadas a nuestras oraciones y por el regreso de los peregrinos a Tierra Santa.

Como siempre, el ambiente fue muy familiar y una hermosa oportunidad de hacer apostolado y compartir experiencias, aclarar dudas, etc. Y así, con el sudor en la frente, se nos pasó volando el día entre el sonido de las aceitunas cayendo sobre las lonas y los pequeños sacos que se iban llenando con el fruto del esfuerzo común y generoso de todos. Luego del almuerzo hubo un pequeño tiempo más como para ir rastrillando los pocos árboles que aún tenían aceitunas; a continuación, vino el tiempo de asearse y arreglarse para culminar con lo más importante de todo: la santa Misa en nuestra pequeña capilla dedicada a la Sagrada Familia.

Así, pues, queridos amigos, no nos parece del todo exacto decir que “este año fue el año malo”; pues las gracias no se dejaron de derramar en abundancia, y las virtudes propias de este tipo de actividades fueron los primeros y más duraderos frutos de toda la jornada: la generosidad, la amabilidad, el esfuerzo, el buen espíritu, etc., con que todos quisimos aportar para el común. Buen año entonces para la casa de santa Ana, no en la abundancia de las aceitunas, pero sí en el testimonio especialmente de generosidad de quienes nos quisieron venir a ayudar, conocer el monasterio y rezar con nosotros en la santa Misa.

A la Sagrada Familia y a todos ustedes por sus oraciones les agradecemos sinceramente.

(Fotos en nuestro Facebook)