¡Basílica llena!

Desde la casa de santa Ana

Queridos amigos:

Como ya les hemos contado anteriormente, hace ya un buen tiempo, por gracia de Dios la casa de santa Ana aquí en Séforis, fue nombrada santuario de la Custodia franciscana de Tierra, atendido por los monjes del Instituto del Verbo Encarnado, maravillosa expresión de lo que pudimos ver hace algunos años, antes de la guerra y del corona, cuando los devotos grupos comenzaban a llegar prácticamente cada semana para rezar, confesarse, celebrar la santa Misa, escuchar la visita guiada de parte de los monjes y pedir las gracias especiales que se encuentran “escondidas” en cada santuario, particularmente según seas sus correspondientes patronos, como lo es aquí santa Ana y la Sagrada Familia completa. Sin embargo, después de la guerra y hasta ahora, ha sido realmente excepcional recibir a algún grupo en semanas, limitándose las visitas prácticamente a algún que otro vecino, quizás un par de amigos del monasterio o el paso de alguno de nuestros sacerdotes y hermanas que misionan por esta zona. Si bien el silencio externo es una parte esencial de la vida monástica en orden a ayudar a vivir en el silencio interior, apropiada fragua del recogimiento que ha de buscar incansablemente el monje, sin embargo, no deja de ser triste la razón actual del silencio de tantos santuarios, que no es otra que esta ausencia de los peregrinos que antes colorearan con sus visitas los santos lugares. Pero últimamente, al encontrarnos con otros religiosos, hemos escuchado -aunque muy aisladamente- que por tal lugar pasó un grupo y en tal santuario vieron otro, y que en tal altar de tal santuario una devota comitiva celebró la santa Misa… Con esto presente han de imaginarse y compartir nuestra alegría cuando un grupo de Senegal, acompañados al igual que el año pasado por Monseñor Paul Abel Mamba, nos confirmó su asistencia para celebrar este pasado sábado la santa Misa, en la cual los restos de la basílica que alberga este lugar santo pudieron ver nuevamente entre sus muros al gran grupo que vino a venerar especialmente a santa Ana. Monseñor, junto con 10 sacerdotes y 450 feligreses, ¡llenaron la basílica!, celebrando píamente la santa Misa acompañada por cantos tradicionales, y pudiendo hacer nosotros un gran apostolado, para el cual nos ayudaron nuestras hermanas de Nazaret.

Seguimos rezando por la paz en el mundo entero, pero la paz verdadera y duradera. Es cierto que por esta zona de Galilea y por Jerusalén hay actualmente tranquilidad, pero necesitamos que haya paz, ¡paz en los corazones!, ¡paz en las familias!, ¡paz entre los pueblos!, intención especialmente agregada continuamente en nuestro pequeño monasterio, que más silencioso de lo normal acompaña a la distancia con sus oraciones y sacrificios a todos aquellos que rezan por nosotros y nos piden oraciones.

Damos gracias a la Sagrada Familia y a todos ustedes por sus oraciones, y pedimos especialmente para que poco a poco los santuarios puedan volver a recibir las súplicas confiadas de quienes tengan la gracia de poder visitarlos.

Siempre en unión de oraciones:

Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia

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