Reflexión
“Yo debo intentar conoceros, Dios mío, a fin de amaros mejor; cuanto más os conociera, más os amaría, porque en Vos todo es perfecto, admirable, amable. Conoceros un poco más es ver la belleza más deslumbradora, más transparente, es estar arrebatado de amor… Vos sois pensamientos, palabras y acciones, Dios mío. Vos reflexionáis sin cesar en vuestro Espíritu… Vuestros pensamientos no varían… Vos os veis siempre a Vos mismo, vuestras perfecciones, vuestras obras, las presentes, las futuras y las posibles, durante todos Jos siglos y en todos los siglos. Vos os veis, pues sois Inteligencia… Vos os amáis, pues sois Voluntad… Os amáis infinitamente y necesariamente, pues sois Justo, y siendo Justo, amáis infinitamente al Ser, infinitamente digno de ser amado, Infinitamente perfecto, Vos mismo… ¡Dios mío, que estáis en mí, alrededor de mí; mi Señor Jesús, mi Dios, que estáis tan cerca de mí en esta Hostia expuesto, ved, pues, lo que son vuestros pensamientos: una mirada y un amor… Una mirada sobre Vos solo, y con esta mirada sobre Vos solo, veis todas vuestras obras. Un amor soberano, infinito, por Vos mismo; amor necesario, y que no puede dejar de ser, puesto que él es la consecuencia de vuestra justicia infinita, y en este amor, Vos amáis vuestras obras, por una parte por ser vuestras, porque proceden de Vos, son las obras del Ser infinitamente amable y amado; por otra parte, a causa de la belleza que existe en ellas de la partícula del ser, del reflejo de belleza divina que habéis dejado caer en cada una de ellas y que es una cosa buena y amable; por otra parte, en fin, por pura bondad, quoniam bonus, porque Vos sois bueno y a Vos es natural amaros…”
San Charles de Foucauld