EL ÁRBOL GENEALÓGICO DE JESÚS – FULTON SHEEN

La diferencia entre la genealogía que presenta Lucas y la que presenta Mateo es debida al hecho de que Lucas, al escribir a los gentiles, ponía cuidado en dar la ascendencia natural; mientras que Mateo, al escribir a los judíos, puso claro empeñó en demostrar a los judíos que nuestro Señor era el heredero del reino de David. 

Fulton Sheen

Aunque su naturaleza divina procedía de la eternidad, su naturaleza humana tenía una base judía. La sangre que corría por sus venas era de la casa real de David, por medio de su madre, que, aunque pobre, pertenecía al linaje de aquel gran rey. Sus contemporáneos le llamaron el «hijo de David». El pueblo jamás habría consentido mirar como Mesías a ningún pretendiente que no cumpliera este requisito indispensable. Ni tampoco nuestro Señor desmintió nunca su origen davídico. Únicamente afirmó que su filiación davídica no explicaba las relaciones con que se hallaba unido al Padre en su persona divina.

Las primeras palabras del evangelio de Mateo sugieren la generación de nuestro Señor. El Antiguo Testamento empieza con la generación o génesis del cielo y de la tierra por medio de Dios, el cual creó todas las cosas. El Nuevo Testamento tuvo otra clase de génesis, en el sentido en que describe la creación nueva de todas las cosas. La genealogía que se da en dicho libro implica que Cristo era «un segundo Hombre», y no simplemente uno de entre tantos que habían surgido de Adán. Lucas, que dirigía su evangelio a los gentiles, remontó los ascendientes de nuestro Señor hasta el primer hombre, pero Mateo, que dirigía su evangelio a los judíos, lo presentó como el «hijo de David e hijo de Abraham». La diferencia entre la genealogía que presenta Lucas y la que presenta Mateo es debida al hecho de que Lucas, al escribir a los gentiles, ponía cuidado en dar la ascendencia natural; mientras que Mateo, al escribir a los judíos, puso claro empeñó en demostrar a los judíos que nuestro Señor era el heredero del reino de David. A Lucas le interesa el Hijo del hombre; a Mateo, el rey de Israel. De ahí que Mateo empiece así su evangelio:

Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. (Mt 1, 1)

Mateo presenta las generaciones que van desde Abraham hasta nuestro Señor como si hubieran pasado a través de tres ciclos de catorce cada uno. Sin embargo, ello no representa una genealogía completa. Se mencionan catorce desde Abraham hasta David; catorce desde David hasta el cautiverio de Babilonia, y catorce desde el cautiverio de Babilonia hasta nuestro Señor. La genealogía desborda el fondo judío para incluir a unos pocos no judíos. Debió de haber alguna muy buena razón para ello, como debió de haberla para incluir a otros que no tenían la mejor reputación.

Una de estas personas fue la ramera Rahab, y otra fue Rut, que era extranjera, aunque admitida en la nación israelita; un tercer antepasado de mala fama fue la pecadora Betsabé, cuyo pecado con David arrojó oprobio sobre la línea de descendencia real. ¿Por qué había de haber tales manchas en el escudo de armas, como Betsabé, cuya pureza femenina fue mancillada; y Rut, que, aunque moralmente buena, fue un elemento que introdujo sangre extranjera en la descendencia? Posiblemente fue debido a que se quería indicar la relación de Cristo con respecto a los mancillados y a los pecadores, a las prostitutas, e incluso a los gentiles, los cuales fueron incluidos en su mensaje y en su redención.

En algunas traducciones de la Escritura, la palabra que se emplea para describir la genealogía es la palabra «engendró», por ejemplo: «Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob»; en otras traducciones hallamos la expresión «fue padre de», por ejemplo: «Jeconías fue padre de Salatiel». Una u otra manera de traducir es lo de menos; lo que llama la atención es que esta monótona expresión se usa a lo largo de cuarenta y una generaciones. Pero se omite al llegar a la generación cuarenta y dos. ¿Por qué? Debido al nacimiento virginal de Jesús.

Y Jacob engendró a José, marido de María; de la cual nació Jesús, que es llamado el Cristo. (Mt 1, 16)

Mateo, al trazar la genealogía, sabía que nuestro Señor no era hijo de José. De ahí que desde las primeras páginas del evangelio se presenta a nuestro Señor relacionado con la raza que, no obstante, no le produjo enteramente. Que llegó a formar parte de esta raza era evidente; sin embargo, era distinto de ella.

Si había una sugerencia al nacimiento virginal en la genealogía de Mateo, también la había en la genealogía de Lucas. En Mateo no se dice que José hubiera engendrado a nuestro Señor, y en Lucas se llama a nuestro Señor: Hijo (según se creía) de José. (Lc 3, 23)

Quería decir con estas palabras que corrientemente se suponía que nuestro Señor era hijo de José. Combinando las dos genealogías: en Mateo, nuestro Señor es hijo de David y de Abraham; en Lucas, es el hijo de Adán y es también la simiente de la mujer que Dios prometió habría de aplastar la cabeza de la serpiente. Personas inmorales son convertidas, mediante la providencia de Dios, en los instrumentos de su divina política: así, David, que asesinó a Urías, es, sin embargo, el canal por el cual la sangre de Abraham fluye hasta la sangre de María. Había pecadores en su  árbol genealógico, y Él parecería el más grande pecador de todos cuando pendiera del árbol genealógico de la cruz, haciendo a los hombres hijos adoptivos del Padre celestial.

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