La fidelidad de María

El ejemplo de nuestra Madre

P. Gustavo Pascual, IVE.

 

Tenemos que conocer nuestros talentos para dar frutos de santidad. Tenemos que ser fieles a los carismas (talentos) descubiertos con el mismo fin: dar frutos de santidad.

            Jesús pide a todos vigilancia[1] y al siervo especialmente fidelidad. “Dichoso ese siervo a quien el amo, al llegar, le hallare haciendo así”[2]. “Lo que en los administradores se busca es que sean fieles”[3]. Hay que trabajar durante esta vida, día y noche[4] para ganar el cielo.

            Y ¿qué hay que hacer? Vea cada uno.

            Dios nos pone en esta vida y nos da talentos y nos manda hacer rendir los talentos. Para todos es el mandato: “sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla”[5]. Hay que crear algo en esta vida y ese algo es algo particular. Cada uno tiene una misión creativa pensada eternamente por Dios.

            En los talentos (oficios) encargados nos jugamos la eternidad, nuestra fidelidad a esa administración debe ser de por vida y con la vida.

            Los dos signos más expresivos de la fidelidad son: la creatividad y la entrega martirial. La creatividad que hace rendir nuestros talentos y la entrega a la misión encomendada nacen del amor.

La fidelidad de María

           Dios la conoció eternamente, la amó y le dio gracias para cumplir una misión[6].

            Y ella fue fiel. No sólo en la respuesta al ángel sino durante toda la vida. De María se alaba su fidelidad[7].

            Jesucristo es fruto de la Virgen fiel. Lo concibió primero en su mente por la fe y luego en su cuerpo, dice San Agustín[8].

            El Verbo Encarnado es fruto del amor de Dios y del amor de María.

            Pero el fruto del sí de María no se debe tanto a su plenitud de gracia cuanto a la fidelidad a su plenitud de gracias, que son sus talentos.

            La creatividad religiosa de María es el Verbo Encarnado y su martirio somos nosotros, sus hijos espirituales; ambas cosas proceden del amor y son expresión de la fidelidad a Dios. ¡Frutos inmensos! Ella lo reconoce: “ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso”,[9] y ¿por qué?, por su fidelidad.

            Si fuéramos fieles ¡cuánto haríamos!

Si nosotros en nuestra vida, en nuestra relación con Dios, no creamos nada, nos estamos comportando como el siervo haragán del Evangelio[10]. Por lo pronto hay que crear santidad en nosotros mismos, aunque cada uno de manera especial, según sus talentos.

            Pero se crea cuando se ama, como hizo Dios en la creación o nuestros padres al darnos la vida.

            María fue fiel a la administración que Dios le encomendó. Su creatividad religiosa fue la más sublime que criatura alguna pudo dar: la Encarnación, nuestra maternidad, su Maternidad y la redención de los hombres. El plan eterno de Dios se concreta por la fidelidad de María.

            Jesús creó una nueva criatura por amor, pero el amor le costó todo, hasta la última gota de sangre. Por eso en Jesús y en María la creatividad va unida a la entrega hasta la muerte. Jesús en la cruz y María también en la cruz para que nosotros seamos hijos de Dios.

            No hay creación sin amor, como no hay amor más grande que dar la vida por el prójimo.

            Pidamos a María la fidelidad para imitarla y hacer como ella obras muy grandes como Dios lo tiene pensado para nosotros desde la eternidad.

[1] Cf. Mt 24, 42-51

[2] Lc 12, 43

[3] 1 Co 4, 2

[4] Cf. E.E. nº 93 y 95.

[5] Gn 1, 28

[6] Cf. III, 27, 4c

[7] Cf. Lc 1, 45

[8] Cf. Sermón 25

[9] Lc 1, 49

[10] Cf. Mt 25, 24-30

Un comentario sobre “La fidelidad de María”

  1. Que en la Fidelidad a Su Plan sobre mí, por Amor, nos haga caminar en Santidad, según el Talento recibido, para ser “mártir”. Un gran abrazo. Unidos. Extensivo al P. Pascual. Rafael Cirilo y Marina T.O.

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