La Pasión del Señor [Parte II/II]

Sermón 128 de San Agustín

  1. Los soldados le despojaron de sus vestiduras después de haber constituido cuatro lotes que simbolizaron a sus sacramentos que iban a extenderse por las cuatro partes del orbe.
  2. El hecho de que, en vez de partirla, sortearan la única túnica, inconsútil, demuestra con suficiencia que los sacramentos visibles, aunque también ellos son vestimenta de Cristo, puede tenerlos quienquiera, independientemente de que sea bueno o malo; en cambio, la fe pura, que obra la perfección de la unidad mediante la caridad –caridad derramada desde lo alto en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado-, no pertenece a quienquiera, sino a quien le sea donada como en suerte por una misteriosa gracia de Dios. Por eso dijo Pedro a Simón, que estaba en posesión del bautismo, pero no de la fe: No tienes lote ni parte en esta fe.
  3. El que, habiendo reconocido a su madre desde la cruz (Jesucristo), la encomendara al cuidado de su discípulo amado es una manifestación adecuada de su afecto humano en el momento en que moría como hombre. Esta hora aún no había llegado cuando, a punto de convertir el agua en vino, en su condición de Dios dijo a su misma madre: ¿Qué nos va a ti y a mí, mujer? Aún no ha llegado mi hora. No había recibido de María lo que tenía en cuanto Dios, como había recibido de ella lo que pendía de la cruz.
  4. Con las palabras tengo sed reclama la fe de los suyos. Pero como vino a su propia casa y los suyos no le recibieron, en lugar de la suavidad de la fe, le dieron el vinagre de la infidelidad, precisamente en una esponja. Hay motivos para compararlos con la esponja, pues no son macizos, sino que están hinchados; en vez de estar abiertos con libre acceso a la profesión de la fe, están llenos de escondrijos, de los tortuosos recodos de las insidias. Además, aquella bebida tenía también el hisopo, hierba humilde de la que se dice que, mediante su poderosísima raíz, se adhiere a las piedras. Había en aquel pueblo gente para la que se mantenía tal crimen a fin de que humillase su alma, arrepintiéndose y renegando de lo hecho. Bien los conocía quien recibía el hisopo junto con el vinagre. También por ellos oró, según testimonio de otro evangelista, cuando dijo desde la cruz: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.
  5. Con las palabras: Todo está consumado, e, inclinada la cabeza, entregó su espíritu, mostró que su muerte no era fruto de necesidad, sino de libertad, al esperar a morir cuando se había cumplido todo lo profetizado sobre él, puesto que también estaba escrito: Y en mi sed me dieron a beber vinagre. Todo lo hizo como quien tiene poder para entregar su vida, según él mismo había afirmado. Y entregó el Espíritu por humildad, esto es, con la cabeza inclinada, él que iba a recibirlo con la cabeza erguida, una vez resucitado. Que esta muerte e inclinación de cabeza era prueba de un gran poder ya lo había predicho el patriarca Jacob, al bendecir a Judá, con estas palabras: Te elevaste estando acostado; dormiste como un león. La elevación simboliza la cruz; el estar acostado, el reclinar la cabeza; la dormición, la muerte, y el león, el poder.
  6. El mismo evangelio indicó por qué a aquellos dos se les quebraron las piernas, y a él no, porque estaba muerto. En efecto, convenía manifestar también, mediante este hecho, que la pascua de los judíos se había instituido como profecía suya; estaba mandado que en ella no se rompiese ningún hueso del cordero.
  7. De su costado, traspasado por la lanza, brotó sangre y agua hasta llegar a la tierra. En ello, sin duda alguna, hay que ver los sacramentos, que constituyen la Iglesia, semejante a Eva, que fue formada del costado de Adán, figura del Adán futuro, mientras él dormía.
  8. José y Nicodemo le dieron sepultura. Según algunos que han averiguado la etimología del nombre, José significa «aumentado». En cuanto a Nicodemo, nombre griego, son muchos los que saben que está compuesto de los términos «victoria» y «pueblo», puesto que nikos significa victoria y demos pueblo. ¿Quién fue aumentado al morir sino quien dijo: Si el grano de trigo no muere, se queda él solo; si, en cambio, muere, ¿se multiplica?¿Y quién al morir venció al pueblo que lo perseguía sino quien, después de resucitar, será su juez?

 

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