Monasterio de la Sagrada Familia
“La casa de santa Ana”
Custodia franciscana de Tierra Santa
Monjes del Instituto del Verbo Encarnado en Séforis
Los monjes del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), pertenecemos a la gran familia que lleva el nombre de este sublime misterio a partir del cual el Hijo de Dios entra en el mundo hecho hombre para redimirlo.
Nuestra congregación fue fundada por el P. Carlos Miguel Buela, en Argentina, el 25 de marzo de 1984, día en que san Juan Pablo II consagraba el mundo a la Santísima Virgen de Fátima; y a partir de allí, por gracia de Dios, hemos podido extendernos poco a poco por el mundo llevando nuestro carisma misionero a distintos y variados lugares, buscando así la gloria de Dios y la salvación de las almas, mediante la evangelización en todos los aspectos posibles, e iluminados por el Misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.
Uno de estos lugares en que nos encontramos, en Medio Oriente, es nuestro monasterio, ubicado en el santo lugar que fue la casa de santa Ana, madre de la Virgen María. Aquí desempeñamos nuestro monacato y ministerio sacerdotal, buscando vivir lo mejor posible nuestro carisma a pocos kilómetros de la Basílica de Nazaret, donde aconteciera la Encarnación de Jesucristo, lo cual no deja de ser un inmerecido privilegio al cual deseamos corresponder con la fidelidad a aquello que que el P. Buela recibió por divina inspiración.
Un poco de historia
Séforis es una pequeña villa de Galilea, cercana a 7 km de la ciudad de Nazaret, en el norte de Israel, que hunde sus raíces a más de 7.000 años de antigüedad y que en la época de la niñez de Nuestro Señor Jesucristo fue su capital bajo la tetrarquía de Herodes Antipas. Pero además, cuando hablamos de “la casa de santa Ana”, debemos considerar un hecho sumamente importante, y es que hasta el siglo XII la Tradición del lugar de la casa de santa Ana, cuya patria era Séforis, había permanecido tan fuerte que los cruzados erigieron una basílica en honor de la abuela de nuestro Señor, para conmemorar y resguardar dicho lugar santo, el cual en algún momento debió albergar también a la Sagrada Familia. A la luz de la tradición se comprende mejor la actual disposición de los restos de la basílica que encontramos en nuestro monasterio, donde al centro -en el ábside- podemos ver claramente una gran roca a modo de cimientos al descubierto que se roban inmediatamente nuestra atención, al darnos a comprender que el propósito de dicha ubicación y su centralidad han sido no otros que resaltar las reliquias de lo que fue la casa de santa Ana, y que para nosotros los creyentes nos ha quedado como la gran reliquia para venerar hasta el día de hoy.
El 8 de mayo del 2006 se concretó la fundación en Israel de una comunidad de monjes del Instituto del Verbo Encarnado en la ciudad de Séforis, llamada en la antigüedad “Ornamento de toda la Galilea” (Flavio Josefo), actual sitio arqueológico y lugar santo que conmemora el nacimiento de Santa Ana, Madre de la Santísima Virgen María. Aquí podemos ver la imponente ruina de la Basílica Cruzada erigida en el siglo XII en honor de la madre de María santísima, cuya veneración durante siglos mantuvo viva la localización de la antaño vivienda de la abuela de Jesús y actual cuna del monasterio. Según nos transmite la tradición aquí vivieron santa Ana, san Joaquín y Nuestra Señora; aquí muy probablemente trabajó además san José durante el tiempo de edificación de Séforis como capital de Herodes, y aquí también debió haber estudiado y trabajado Jesús, el Verbo Encarnado, en su infancia y juventud. De ahí que con toda propiedad se haya decidido llamar a nuestro monasterio “De la Sagrada Familia”.
Una característica importante de nuestro monasterio es la de colaborar con los padres franciscanos de la Custodia de Tierra Santa -a quienes pertenece la propiedad- a “resguardar” este lugar tan especial, ya que la misión de la Iglesia en estos santos lugares, además de la evangelización y atención de los cristianos, consiste también en “conservar la tradición y la memoria” que encierran estas venerables piedras, para presentar a los peregrinos toda esta riqueza que tanto nos ayuda a confirmar y acrecentar nuestra fe, y así poder experimentar aquello de que “la Tierra Santa es el quinto Evangelio escrito en las piedras”. Es de notar, además, la particularidad de vivir en una cultura totalmente extraña a la nuestra, y donde el cristianismo es una ínfima minoría (alrededor del 2,5 %), y además se encuentran variadamente divididos: católicos, ortodoxos griegos, ortodoxos armenios, luteranos, anglicanos y protestantes varios…; donde los católicos a su vez de dividen en latinos, maronitas, greco católicos etc.; y cada uno con su Patriarcado u obispado, parroquias y calendarios litúrgicos propios, donde muchas veces cuando unos festejan la Pascua de Resurrección, los otros están en la primera semana de Cuaresma; y donde las tradiciones religiosas son muchísimo más fuertes que en Occidente.
La gran importancia que tiene la presencia monástica de nuestra familia religiosa en Tierra Santa, nos la presenta claramente nuestro Directorio de Vida Contemplativa: “los religiosos contemplativos están a la vanguardia de todas las obras de apostolado de nuestra Familia Religiosa, ya que con su vida de oración y penitencia obtienen del Señor las gracias necesarias para la salvación de muchas almas”[1]; se hace así de suma importancia dar testimonio de la vida contemplativa en esta tierra que vio nacer, morir y resucitar a nuestro Señor Jesucristo, modelo perfecto del contemplativo; y proclamar la fe de la Iglesia que tuvo aquí sus orígenes y que nos invita contínuamente a contemplar los misterios divinos de nuestra Redención.
Poco a poco este santo lugar se está dando a conocer, especialmente a los cristianos locales, y gracias a los actuales medios de comunicación, también a los peregrinos que ya nos van visitando venidos de diversas partes del mundo, lo cual se vuelve muy gratificante pues también se pretende ayudar a extender la devoción a los abuelos de Jesús.
La intención particular por la que reza este monasterio es “la actividad misionera de la Iglesia”, es decir, la evangelización de los pueblos; y además, “por las obras de la Custodia de Tierra santa y el Custodio.”
Jueves por las vocaciones
Quisimos comenzar en nuestro monasterio un apostolado especial en favor de las vocaciones sacerdotales y religiosas; es así que por gracia de Dios, desde hace varios meses, hemos podido agregar dos horas más de adoración los días jueves (una hora cada monje) para pedir por el aumento, perseverancia y santificación de las vocaciones sacerdotales y religiosas para la Iglesia y nuestra familia religiosa, apostolado monástico que busca contribuir, como corresponde a la vida del monje, a las necesidades de la Iglesia. Y como impronta propia de esta jornada de oración por las vocaciones, se rezan las letanías de Jesucristo Sacerdote y Víctima, luego de la correspondiente bendición con el Santísimo Sacramento.
San Joaquín y santa Ana
La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural del cariño y veneración que los cristianos demostraron desde siempre a la santa Madre de Dios, y el culto de sus padres le está muy unido. El nombre Ana significa “gracia, amor, plegaria”. Si bien Sagrada Escritura nada nos dice de ella, sin embargo, contamos con lo que nos llega por la tradición y por el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual a los veinticuatro años de edad se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Según éste, san Joaquín es descrito como un hombre rico y piadoso que donaba bienes regularmente a los pobres del templo de Jerusalén. Como su esposa era estéril, las autoridades religiosas ordenan sacrificios a Joaquín, al considerar que la esterilidad es un signo de descontento de Dios. Joaquín entonces decide retirarse al desierto, donde practica penitencia durante cuarenta días. Después de ese tiempo, unos ángeles se aparecen ante Joaquín y Ana -quien se encontraba en Jerusalén- y les prometen el nacimiento de un hijo.
Entonces Joaquín regresa con su esposa; y así, por su confianza en Dios, ambos esposos vieron premiada su constante oración con el advenimiento de una hija del todo singular: María. Esta niña, que había sido concebida sin pecado original, estaba destinada a ser la Madre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.
26 de Julio, “nuestra gran Fiesta”
La Iglesia celebra la memoria de san Joaquín y santa Ana el día 26 de julio, fecha que el nuevo martirologio adoptó para toda la Iglesia y en que se celebra a este santo matrimonio. Es por esta razón que al estar aquí, en en lugar preciso en que vivieron los abuelos de Jesús, todos los años en su conmemoración celebramos “nuestra gran fiesta”, para la cual asisten muchos fieles devotos venidos desde distintos lugares, parroquias, etc., y contamos además con la presencia de los padres franciscanos que asisten a la santa Misa y festejos, presidiendo alguno de ellos la santa Misa en árabe y así algunos de nuestros padres aprovechan para administrar el sacramento de la confesión durante la celebración litúrgica cuando no concelebran. Es digno de mención la gran devoción con que participan de esta celebración los peregrinos de santa Ana, y la gratitud por haberse convertido este lugar en un monasterio, lo cual manifiestan con gran alegría; y ésto último es un motivo más que nos mueve a mantener y ornamentar lo mejor posible este lugar santo según nuestras posibilidades.
Encomendamos a sus oraciones nuestro monasterio y sus miembros, y también a todos los peregrinos que devotamente vienen a venerar los restos de la casa de santa Ana; comprometemos nuestras oraciones, como siempre, en bien de la Iglesia y de todas las almas encomendadas a nuestras oraciones y quienes nos acompañan a la distancia con las suyas.
Fotos del Monasterio
Los monjes del IVE tienen diariamente dos horas de Adoración Eucarística: una por la mañana y otra por la tarde; para abir y cerrar la jornada con la oración ante Jesucristo Sacramentado.
[1] Directorio de Vida Contemplativa nº 159