Solemnidad de la Encarnación en Nazaret

Desde la casa de santa Ana

Dice san Alberto Hurtado: “Al buscar a Cristo es menester buscarlo completo. Él ha venido a ser la Cabeza de un Cuerpo, el Cuerpo Místico, cuyos miembros somos o estamos llamados a serlo nosotros los hombres, sin limitación alguna de razas, cualidades naturales, fortuna, simpatías… Basta ser hombre para poder ser miembro del Cuerpo Místico de Cristo, esto es, para poder ser Cristo. El que acepta la encarnación la ha de aceptar con todas sus consecuencias y extender su don no sólo a Jesucristo sino también a su Cuerpo Místico.”
A partir de este breve párrafo, quería resaltar una especie de binomio que podemos deducir del misterio de la Encarnación en relación con nosotros: Jesucristo se encarnó para asumir todo lo auténticamente humano; y a la vez, el hombre rescatado y redimido por Jesucristo, está llamado a “ir asumiendo a Jesucristo”:
En el sentido primero y más externo, ha de aprender a imitar a su santísima humanidad, que nos dejó ejemplo de todas las virtudes y obró de manera siempre referencial para nosotros; pero también en un sentido más profundo todavía, es decir, en el sentido de ir asimilando poco a poco -por la gracia- al Dios que se nos da por el maravilloso misterio de la inhabitación trinitaria. Y nosotros, en cuanto miembros de la familia religiosa del Verbo Encarnado, debemos contribuir especialmente a esto con nuestro apostolado y nuestra predicación en la misión que sea que la Divina Providencia nos haya encomendado; como lo dicen claramente nuestras constituciones: “comprometemos todas nuestras fuerzas para inculturar el Evangelio, o sea, para prolongar la Encarnación en todo hombre, en todo el hombre y en todas las manifestaciones del hombre , de acuerdo con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia .”… prolongar la Encarnación, es decir, contribuir a que se siga extendiendo por la humanidad en gracia a través de esa asimilación de Jesucristo…
“El primer rasgo que nos llama la atención en el Hijo de Dios -dice el P. Hurtado- es su resolución de hacerse hombre por salvarnos a nosotros hombres, y elevar nuestras vidas a la altura de la vida divina.” …Resolución significa determinación, empuje o entereza, que en nuestro caso son irrenunciables cuando se trata de llevar a las almas a Dios, de enseñarles a ir asumiendo el plan divino del que vino a nuestra humanidad para salvarla. Y justamente la entrada en este mundo del Hijo de Dios para realizar su plan divino es lo que pudimos celebrar este 25 de marzo, por gracia de Dios, nuevamente en Nazaret, lugar preciso del anuncio del ángel a María santísima y la Encarnación del Hijo de Dios.
Los Maitines solemnes fueron el día 24 por la tarde y la santa Misa al día siguiente por la mañana, en la Basílica de la Anunciación, donde pudimos renovar nuestra consagración delante de la gruta de Nazaret, dando gracias por tantas gracias recibidas en estos 41 de existencia de nuestra familia religiosa del Verbo Encarnado, pidiendo la gracia de ser fieles a lo que Dios nos pida e interceder siempre con generosidad en bien de las almas.
¡Dios los bendiga, siempre gracias por sus oraciones!
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia.

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