EL PRINCIPIO DE LA GRANDEZA

La maternidad divina de María

         P. Gustavo Pascual, IVE.

 

          La maternidad divina es un dogma de fe definido por el concilio de Éfeso el año 431.

            La Iglesia quiere celebrar la Maternidad divina de María el primer día del año. Nos propone en el Evangelio contemplar la cueva de Belén y en ella al Niño, a María y a José.

            Debemos por tanto contemplar esa imagen y se nos hará mucho más fácil aceptar el dogma de la maternidad divina. El Niño acostado en el pesebre es el Emmanuel de Isaías[1], es el Verbo hecho carne del prólogo de San Juan[2] y la que está junto a El envolviéndolo en pobres pañales es su Madre que lo acaba de dar a luz. Ese Niño es Dios y la que lo da a luz es pues la Madre de Dios. Su madre es la que lo concibió en Nazaret[3]. Lo concibió en Nazaret en virginidad y ahora lo pare en virginidad.

            Contemplemos como lo pare en virginidad. Dice el Evangelio que la misma madre lo envolvió en pañales[4]. María trabajaba preparando la cuna y arropando al Niño porque no tuvo dolor en su parto… y, ¿cómo es esto? los Santos Padres dan el siguiente ejemplo: como el rayo de sol pasa a través del cristal de la ventana sin romperlo ni mancharlo así la Virgen dio a luz a su Hijo en Belén. Contemplemos el rostro feliz de María y también la alegría de José pues ha nacido el Emmanuel. Fue un parto milagroso “porque no hay nada imposible para Dios”[5]. Así como Cristo resucitado entraba en el Cenáculo sin abrir las puertas así salió del seno de su Madre sin corrupción de la carne.

            La aparición angélica a los pastores les revela que ha nacido el Mesías, el Señor[6] y van presurosos a Belén y encuentran al Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre como lo habían señalado los ángeles[7] a María, su madre y a José. La Virgen escuchaba el relato de los pastores y lo guardaba en su corazón.

            Contemplemos al Niño. Es Dios que quiere nacer como nosotros de una madre[8]. La condescendencia divina se manifiesta en este nacimiento. Convenía que aquél que iba a ser en todo semejante a los hombres menos en el pecado naciese como nosotros.

            Contemplemos a María. Es ejemplo de madre. Da a luz al hijo concebido. A pesar de muchos inconvenientes y sacrificios María resguarda en su seno el fruto de su compromiso con Dios. Ha dicho sí a Dios en Nazaret y su sí permanece en Belén.

            Contemplemos la cueva de Belén. ¡Qué milagro inmenso! María la Virgen ha dado a luz al Emmanuel. La madre de Dios junto a la cuna de Dios hecho hombre.

            Cada nacimiento es algo extraordinario. Una mujer que acepta la voluntad de Dios y se hace junto a su esposo creador de vida continuando la obra de Dios y dando a luz a un nuevo ser destinado a ser hijo de Dios y ciudadano del Reino de los cielos.

            La fiesta de la maternidad de María es un canto a la vida. Un canto a la vida corporal que deja el seno de la madre donde ha vivido nueve meses y ve la luz del mundo; un canto a la vida del espíritu que es germen deseoso de vida interminable.

            Pero María sólo tuvo un Hijo. ¿Un hijo? Un hijo sin dolor en Belén. Y tú y yo también somos hijos y generaciones y generaciones son hijos de María y estos partos con dolor porque María quiere tener muchos hijos y quiere que todos los hombres la llamen madre. Así es también el querer de Dios que todos lo tengan a Él por Padre y a María por madre.

            Contemplemos a María. Esa joven judía es la Madre de Dios y por tanto su poder no tiene límites. Los santos dicen de María más pura que ella solo Dios o menos Dios cualquier título es digno de ella. Los Santos Padres asombrados de gracia tan inmensa la llaman “omnipotencia suplicante” y con razón porque qué no podrá la que es Madre de Dios.

            Contemplemos a María y al Niño. Ese Niño junto con el Padre y el Espíritu Santo predestinaron a María para ser su madre. La llenaron de gracias para oficio tan sublime, la preservaron de la mancha original para que fuese limpio manantial de donde surgiera la Divina Gracia.

            Esa Madre que acaricia y acuna al Niño es siempre virgen y corredentora. Ella es madre espiritual de todos los hombres, es la Nueva Eva que engendra a la nueva prole de los vivientes, es la primera que esta en el trono de Dios en cuerpo y alma reinando con su Hijo para siempre.

            Pero la maternidad divina, misterio admirable del amor de Dios es grandiosa. Sólo una madre puede comprender a otra madre. Sólo la Santa Madre Iglesia puede comprender la maternidad divina por eso en su sabiduría nos enseña aquella oración “ante la admiración de cielo y tierra engendraste a tu propio Creador y permaneces siempre virgen…” (Alma Redemptoris Mater).

[1] 7, 14

[2] 1, 14

[3] Lc 1, 38

[4] Lc 2, 7

[5] Lc 1, 37

[6] Lc 2, 11

[7] v. 12

[8] Cf. Ga 4, 4

Breves del monasterio de la Sagrada Familia: dos meses intensos

Desde la casa de santa Ana

Queridos amigos:
Debido a diversas circunstancias, hemos dejado pasar algunas nuevas de nuestro monasterio en estos últimos casi dos meses, en que algo les hemos compartido pero quisiéramos contarles un poco más, aunque lo más brevemente posible, acerca de las infaltables gracias que Dios nos sigue concediendo.
Hemos recibido varias visitas de nuestros religiosos y religiosas, como el P. Carlos Ferrero y el P. Gabriel Romanelli, como ya les hemos contado, pero también de más de un grupo de nuestras hermanas misioneras también en Tierra Santa; dos de las cuales hasta nos dieron una mano para preparar las mermeladas que nos ayudan a sustentarnos. Respecto a esto, como les contamos anteriormente, también ha sido una gracia enorme la realización de la cosecha y aceite de este año para contribuir también a nuestro sostenimiento, y esta semana el comienzo de la poda de los olivos que no pudimos hacer el año pasado y que ciertamente es muy necesaria.
El pasado mes también pudimos celebrar una santa Misa especial en que Sandra y Matán, amigos nuestros, renovaron sus compromisos matrimoniales en su séptimo aniversario.
También hemos comenzado a recibir a muchos grupos locales tanto de cristianos como de no cristianos, de los cuales éstos últimos a menudo se interesan mucho en saber qué es un monje católico y en qué consiste nuestro estilo de vida, llamándoles grandemente a muchos la atención; y donde los cristianos han podido rezar y conocer los restos de la casa de santa Ana que aquí reposan.
Los trabajos de mantenimiento nunca cesan, y entre todo esto hemos podido ir haciendo pequeños arreglos y mejoras como la iluminación de los muros de la basílica y el jardín, además de agregar algunos arreglos más cerca de la Cruz que domina la entrada al monasterio.
No podemos dejar de mencionar algunas donaciones para la capilla, como rosarios, incienso y estampitas, pero especialmente el hermoso cáliz que nos donaron desde Holanda por medio de una hermana y un sacerdote muestros, que actualmente nos acompaña en la celebración de la santa Misa.
Imagen de santa Ana y la Virgen niña
Es una enorme alegría para nosotros poder compartirles, además,  una de esas gracias especiales para nuestro monasterio, que Dios y la Sagrada Familia han obrado especialmente por medio de santa Ana, a quien constantes oraciones le hemos elevado a partir de un encuentro providencial hace 3 años con el P. Sergio Muñoz Fita, sacerdote a cargo de la parroquia de “Santa Ana” en Arizona, quien enocontrándose en plena peregrinación llegó aquí, a la casa de “su patrona”, y luego de hablar fraternalmente con el P. Jason, quien se encontraba trabajando en aquel momento en el jardín, le ofreció alguna ayuda especial a futuro de parte de él y su parroquia, ante lo cual surgió la manifestación de querer tener más adelante una imagen de santa Ana próxima al ábside de la ruina, pidiéndole particulares oraciones a él y su parroquia para que esto se llegara a concretar algún día. Pues bien, luego de haber rezado en la capilla y despedirse muy cordialmente, las oraciones mutuas fueron el nexo hasta que al poco tiempo el P. Sergio nos contactó nuevamente para sorprendernos con la grande y hermosa noticia de que su parroquia nos ofrecía generosamente la imagen de santa Ana con la Virgen niña, para ornamentar y acompañar la devoción de los peregrinos, llenándonos obviamente de gran alegría, y especialmente ahora que, Dios mediante, luego de algún tiempo contamos con la correspondiente aprobación para recibir e instalar la bellísima imagen que ha sido confeccionada en Italia.
Agradecemos a la Sagrada Familia por su intercesión, así como a todos aquellos religiosos y laicos que rezan especialmente por esta intención, y les queremos pedir a todos ustedes que nos acompañan a la distancia, especiales oraciones por todas estas almas generosas de la parroquia dedicada a la abuela de nuestro Señor Jesucristo, que han contribuido a esta donación con el gran esfuerzo que implica en estos tiempos tan difíciles para todos, y para que finalmente salga todo bien y se concrete el traslado hasta acá (la imagen aun no llega y deseamos que lo haga sin problemas), y podamos definitivamente instalarla en el lugar que antaño recibiera en persona a quienes representan: “La congregación de Santa Ana está formada por familias e individuos en distintas fases de su caminar en la fe, y ya sea a través de la oración, de la celebración de los sacramentos o simplemente conviviendo fuera de las paredes de la iglesia, estamos comprometidos a amar a Dios y al prójimo.” (de la página oficial de la parroquia de santa Ana, Arizona).
Finalmente les contamos que a principios de noviembre conseguimos una reservación para poder celebrar la santa Misa en el Santo Sepulcro, en el altar del Calvario, agradeciendo especialmente a Dios por sus beneficios y tantas bendiciones para nuestra comunidad.
Damos gracias a Dios por todas estas bendiciones y las muchas otras que sólo Él conoce y no deja de concedernos, pidiéndoles especiales oraciones por las necesidades materiales y espirituales de nuestro monasterio, comprometiendo como siempre nuestras oraciones por ustedes.
Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,
Séforis, Tierra Santa.
La hermosa imagen de santa Ana con la Virgen niña que nos han ofrecido para el monasterio.
Santa Misa en el Santo Sepulcro: altar del Calvario.
Entrada al Santo Sepulcro.
Entrada al Santo Sepulcro.
P. Gabriel Romanelli visitando el monasterio.
P. Carlos Ferrero y P. Gabriel Romanelli visitando el monasterio.
Nuestros sacerdotes celebrando la santa Misa en la capilla del monasterio.
Nuestras hermanas visitando el monasterio.
Preparando nuevas plantas para el jardín.
Preparando nuevas plantas para el jardín.
Sandra y Matán, amigos del monasterio, renovando sus promesas matrimoniales en su séptimo aniversario.
Rezando ante el Santísimo durante la Adoración de la tarde.
Hermanas dándonos una mano en la elaboración de las mermeladas.
Preparando las mermeladas.
Mermeladas y aceite envasados.
Mermeladas y aceite envasados.
Nuevos maceteros para el jardín.
Nuevos maceteros para el jardín.
Nuevos maceteros para el jardín.
Nuevos maceteros para el jardín.
El hermoso cáliz que nos regalaron para embellecer la liturgia.
Adoración Eucarística de la tarde.
Adoración Eucarística de la tarde.