Pertenecen a la familia del Señor todos los que hacen la voluntad del Padre[2].
P. Gustavo Pascual, IVE.
Todos los cristianos formamos parte de la familia de la Iglesia y tenemos un Padre común y todos somos hermanos. La comunión de la Iglesia se da por el cumplimiento de la voluntad del Padre.
Jesús nos enseñó esta verdad en la oración dominical “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. La Iglesia triunfante está confirmada en la obediencia a la voluntad de Dios y la Iglesia militante cumple también esta voluntad como así también los que verdaderamente pertenecen a ella.
En el cumplimiento de la voluntad de Dios está nuestra perfección. Los santos en el cielo gozan de Dios por haber cumplido la voluntad de Dios aquí en la tierra.
De este pasaje aprendemos a ver el parentesco en la tierra relacionado con el parentesco en el cielo[3].
¿Y dónde se manifiesta la voluntad de Dios? En el cumplimiento de los diez mandamientos y los preceptos de la Iglesia; en el cumplimiento de nuestro deber de estado; en la aceptación de las cruces, enfermedades y dolores que Dios nos envía y en la voluntad de Dios en cosas más particulares que discernimos a través de los Ejercicios Espirituales anuales o en hechos concretos que aparecen, ayudados por el Director Espiritual… Es decir en el cumplimiento total de la voluntad de Dios: la voluntad significada[4] y la voluntad de beneplácito[5].
En concreto cada acto de obediencia que hacemos a nuestros mayores es un obsequio de nuestra voluntad y querer propios a la voluntad de Dios. De esto Jesús se congratula y también la corte celestial.
Muchos de los parientes carnales de Jesús no obedecieron sus palabras así como tampoco lo hicieron muchos de su propia raza.
Jesús funda un nuevo parentesco, primero pequeño, alrededor suyo que iba a ser el núcleo de la Iglesia, la gran familia de Dios. Ellos fueron la Virgen y los discípulos.
Estamos llamados a dar testimonio de la fidelidad a la voluntad de Dios para esclarecer cuál es la verdadera pertenencia a la Iglesia porque muchos quieren pertenecer a la Iglesia pero según su propia voluntad y aunque no reclaman un título de pertenencia carnal como los judíos si reclaman un título de cristianos pero sin fundamento real. Fundamento que consiste en vivir fielmente a la voluntad del Padre[6].
Los santos son modelo, la Virgen es modelo, pero el modelo supremo de fidelidad a la voluntad del Padre es Jesús en quién el Padre se complace.
Lo primero que tenemos que aceptar de Dios es la vocación a la cual nos ha llamado. Si aceptamos sus llamados viviremos felices y haremos feliz el entorno en que vivamos. Aceptar la propia vocación nos lleva al agradecimiento que se manifiesta en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo. Alzaré el cáliz de salvación e invocaré al Señor.
“Quién cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (v. 35).
Para cumplir la voluntad de Dios es necesario antes purificar nuestra voluntad:
Desprendernos de todo lo creado
No estar apegado a lo creado de modo que nos impida hacer la voluntad de Dios.
Y esto:
Porque Dios es el todo y las criaturas son efímeras.
Porque dos contrarios no caben en un sujeto.
Para poder unirse a Dios.
“El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí”[7].
Adnegarnos completamente a nosotros mismos
Ya que el egoísmo o amor desordenado a sí mismo es el origen de todos los pecados.
“Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará”[8].
Cumplimiento de la voluntad de Dios
Oír la palabra de Dios y practicarla.
¿Cómo se manifiesta la voluntad de Dios?
- En los diez mandamientos.
- En las indicaciones, consejos y mandamientos de la Iglesia.
- En las obligaciones que lleva consigo la propia vocación y estado.
- En aquellas cosas que Dios permite y que son siempre para nuestro bien: “sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman”[9]. Hay una providencia que se oculta detrás de cada acontecimiento.
EL CUMPLIMIENTO DE LA VOLUNTAD DE DIOS ES EL MÁS SEGURO GUÍA DEL CRISTIANO.
Distintas formas de cumplir la voluntad de Dios
Con resignación que es un mero doblegarse como si no quedase otra posibilidad.
Aceptándola es decir con una adhesión más profunda y meditada.
Con conformidad queriendo lo que Dios quiere.
Con pleno abandono que es una entrega completa confiando siempre y en todo en Dios.
Con pleno abandono como Cristo. Si así lo hacemos conseguiremos fortaleza en las tentaciones y como fruto paz y alegría.
Jesús al decir “¿Quién es mi madre y mis hermanos?” no está rechazando a su madre sino que la está ensalzando porque la Santísima Virgen es la perfecta discípula de Jesús. María hizo siempre y con total perfección la voluntad de Dios. Toda su vida es un perfecto “fiat” (“hágase”). En ella Dios encuentra sus complacencias porque como su Hijo hizo en todo su voluntad.
[1] Mc 3, 31-35
[2] Pseudo Clemente, Crisóstomo; cit. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento (2), Evangelio de San Marcos, Ciudad Nueva Madrid 2000, 102
[3] San Agustín, La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento (2), Evangelio de San Marcos…, 102B
[4] Todo lo que Dios nos manda en sus preceptos, lo que nos aconseja, lo que nos inspira.
[5] Todo lo que quiere y permite en nuestra vida. Lo que a cada instante nos va pidiendo y que no lo conocemos.
[6] Es decir la fidelidad a las promesas bautismales.
[7] Mt 10, 37
[8] Mt 16, 24-25
[9] Rm 8, 28