Queridos amigos:
Conocida es la sentencia que resume lo que ha de ser la impronta de cada alma dedicada a la hermosamente llamada “vida contemplativa”, es decir, aquella parte mejor para la cual ha sido elegido el monje por el mismo Dios: “Ora et labora” (Reza y trabaja); representada con profunda sencillez en la figura de María, la hermana de Marta, quien con absoluta simplicidad escuchaba y meditaba las palabras del Maestro que visitaba su hogar… “No se dice simplemente de María que estaba sentada cerca de Jesús, sino junto a sus pies; es para manifestar la presteza, la asiduidad, el deseo de oírlo y el gran respeto que profesaba al Señor.” (San Juan Crisóstomo).
Mientras Marta se dedicaba al servicio del Señor, María no pudo evitar quedarse como absorta en las palabras de Jesús. El hombre ha sido creado en este mundo como un viador que camina hacia la eternidad, es decir, hacia la contemplación sin fin de su Dios y Señor, pero es cierto también que desde ya, aunque de manera participada mas no por eso ineficaz, puede el alma poner sus ojos en Dios mediante la oración con la reflexión y meditación de sus misterios, que es como una manera de “anticipar nuestro fin último” dentro de lo que nos permite nuestra actual condición, en la cual nos podemos gozar de los misterios divinos ya que somos seres espirituales, capaces de degustar la verdad que contemplaremos cara a cara en la otra vida, y esta actitud de “contemplar”, es tan preclara que Jesucristo mismo la defiende en María, a quien “no le será quitada”, y tan importante que dentro del seno mismo de la Iglesia Dios se ha apartado a algunos pocos para que dediquen toda su vida a contemplar e interceder por sus hermanos mediante la oración en la vida monástica. Por eso dice San Gregorio que, “El cuidado de Marta no se reprende, pero se alaba el de María; son grandes los méritos de la vida activa, pero son mayores los de la contemplativa. Se dice además que nunca le será quitada la parte a María, porque las obras de la vida activa pasan con el cuerpo, mientras que los goces de la vida contemplativa mejoran al fin.”, y agrega san Ambrosio: “Que el deseo de la sabiduría te haga como María; ésta es la obra más grande, la más perfecta. Que el cuidado de tu ministerio no te aparte del conocimiento del Verbo celestial, ni acuses, ni estimes ociosos a los que veas dedicados a la sabiduría.”
En resumen, el monje debe dedicarse a la oración, al “Ora”… pero sin descuidar jamás la otra cara y complemento de esta moneda: el “Labora”; porque si bien el esfuerzo del trabajo consistió en un castigo para el hombre después del pecado original, sin embargo, a partir de la ley de la gracia, en que Jesucristo vino a transformarlo todo para nuestro bien y salvación, el trabajo no podía quedar exento, convirtiéndose así, como bien sabemos, en fuente de gracias y méritos cada vez que lo ofrecemos a Dios por nuestras intenciones…, y mayor mérito a mayor esfuerzo y alegría en el ofrecimiento.
Por gracia de Dios, continuamos con el arduo trabajo de la poda de los olivos de nuestro monasterio: 84 contra dos monjes, así que a Dios gracias y a la Sagrada Familia hay bastante aún para ofrecer, ya que no es solo la poda de los troncos grandes que hace 5 años fueron bien cortados, sino también trozar el resto para poder arrastrar y limpiar las ramas y el parque mientras hacemos el mantenimiento normal, así que es una gran alegría poder ir poco a poco mejorando el aspecto del lugar.
Agradecemos a la Sagrada Familia y como siempre a ustedes sus oraciones, y seguimos rezando por sus intenciones, especialmente para que junto con sus plegarias ofrezcan cada día sus trabajos, esfuerzos, sufrimientos y todas sus cruces al Señor, quien acepta gustoso esta ofrenda en favor de las almas y su plan de redención.
Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,
Séforis, Tierra Santa.