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Profesión y renovación de nuestro voto a la Virgen en Nazaret

Desde la casa de santa Ana

Queridos amigos:

Por gracia de Dios, el día de ayer pudimos renovar nuestro 4º voto religioso de materna esclavitud de amor a María santísima, nuestra tierna madre del Cielo, propio de los religiosos del Verbo Encarnado, y al cual se sumaron con gran devoción algunos de los miembros de nuestra tercera orden (laicos que asumen vivir también nuestra espiritualidad según su deber de estado), luego de haber hecho la correspondiente preparación durante jucho tiempo, y de entre ellos 3 mujeres recibieron además el santo escapulario.

La santa Misa fue celebrada en la basílica superior de la Anunciación, presidida y predicada por nuestros monjes de Séforis y ornamentada por los cantos de nuestras hermanas SSVM a cargo del coro y acompañadas por nuestros terciarios y amigos.

Posteriormente realizamos los correspondientes festejos aquí en el monasterio.

Realmente una gracia hermosa, como tantas otras que nuestro buen Dios no deja de concedernos, el poder rezar todos juntos, laicos y religiosos de la misma familia, dando y renovando nuestro “sí” a esta filial manera de consagración, justamente arriba de la gruta en que hace 2000 años la misma María santísima diera el “sí” que, a partir de ese momento, dividiría la historia en dos al dar paso a la Encarnación del Hijo de Dios y nuestra salvación:

“Siendo María santísima nuestra Madre, necesariamente nos corresponden los deberes de los hijos respecto a ella, comenzando con amarla, y de ahí a todo lo demás: el respeto, la ternura, la confianza y la piedad; sin dejar de lado el buen ejemplo de los hijos de tal Madre con respecto los demás. Ahora bien, esto es común a todo hijo de la Iglesia, pero en nuestro caso existe, además, el solemne compromiso de abrazarnos con la vida a esta Madre castísima, como el niño pequeño en los brazos que primero lo acogieron como cuna, y de manera inalienable. Nuestro voto de esclavitud mariana no está orientado hacia un consejo evangélico o una virtud, sino hacia una persona que es ejemplo de virtudes; más aún: nuestro voto a María santísima nos es propiamente “tender” sino “aferrarse” a esta buena madre, la mejor de todas, con un lazo “sumamente filial”, es decir, en el aspecto más propio de la relación de dependencia entre madre e hijo, con la particularidad de que en este caso, en vez de madurar hasta seguir adelante por nuestra propia cuenta -como los hijos al crecer-, mientras más crece nuestra vida espiritual más intensa y más estrecha se vuelve nuestra relación con María santísima y viceversa, poniendo todas nuestras obras en sus manos al haberla asumido como Madre con un compromiso sellado y aceptado por el mismo Dios.”

Con nuestra bendición, en Cristo y María:

Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,

Séforis, Tierra Santa.

En facebook: https://www.facebook.com/m.seforis/posts/pfbid02CTF49eMJem8mrTykvn2xRRzvfCJgQvpJDmLQj7g4w2aV3NoVK6RmZEqhVm6PsC2ul

Breves del Monasterio de la Sagrada Familia

Desde la casa de santa Ana
Queridos amigos:
Por gracia de Dios, si bien no han sido muchos, hemos podido recibir a algunos peregrinos así como peregrinar nosotros debido a una necesidad importante para ir a Belén, por lo cual de regreso pudimos pasar por Jerusalén (a 20 minutos) y rezar en algunos santos lugares. Ni siquiera la dureza de este tiempo (julio y agosto son los meses de mayor calor y humedad en Tierra Santa), ha impedido alguna que otra visita a nuestro monasterio, entre las cuales destacamos la visita del P. Bruno Martínez, misionero en Egipto y su Madre, a quienes no veíamos hace años, y fue realmente una grata visita; también queremos destacar una “visita sacramental” por decirlo así, y es que un grupo de 150 jóvenes asistió un día por la mañana para celebrar una liturgia penitencial y, posteriormente, las confesiones que marcarían el inicio de su peregrinación, fue así que nosotros dos, los monjes de Séforis, más 3 sacerdotes que venían con ellos, nos pusimos nuestras estolas moradas y nos distribuimos por el Monasterio para atender las confesiones de estos jóvenes, la mayoría en inglés y español, y hasta en italiano algunos. Realmente fue muy lindo ver el monasterio convertido en un “gran confesionario” y ser testigos privilegiados, como siempre, de la gran obra que realiza siempre la Divina Misericordia en las almas que se lo permiten al momento de decidir pedirle perdón a Dios como corresponde: mediante el santo sacramento de la confesión. Realmente una hermosa experiencia.
También contamos con la visita del Hermano Ernesto, compañero de seminario del P. Jason, quien además nos ayuda mucho con la jardinería debido a su experiencia; también la visita de un pequeño grupo de consagradas de Schoenstatt, 3 chilenas y una argentina, quienes además de sus oraciones quisieron regalarle un ramo de flores a nuetra madre del cielo presente en uestra capilla. También unos pocos grupos locales y a nuestras hermanas, entre las cuales destacamos a las de la comunidad de santa María Magdalena, a tan sólo media hora de nosotros, con quienes pudimos compartir la santa Misa y los festejos del día de su patrona, así como la santa Misa del día san Joaquín y santa Ana (posteriormente escribiremos una crónica sobre la solemnidad) y los festejos animandos el P. Gonzalo con los cantos árabes que ha aprendido, contando con la participación de algunos amigos y la muy generosa familia de “Abu Shárbel”, quienes al enterarse de nuestra celebración, decidieron preparar ellos mismo la cena como regalo para todos, siendo ellos mismos quienes nos atendieron de manera muy caritativa. Finalmente queremos destacar que gracias a nuestras hermanas de Jerusalén, los fines de semana podemos solemnizar mejor la liturgia, ya que nos regalaron un órgano, con el cual nuevamente -pese a ser sólo dos monjes-, pudimos volver a cantar los salmos y ornamentar la santa Misa con música sacra y las melodías que siempre han acompañado el rezo de los salmos en nuestras casas religiosas. El resto es lo de siempre: jardín, mantenimiento, y principalmente rezar y agradecer por tantos bienes recibidos.
Gracias como siempre por sus oraciones; seguimos correspondiendo con las nuestras, y en esta ocasión les pedimos especialmente su intercesión ante la Sagrada Familia, por las necesidades de nuestro monasterio.
Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,
Séforis, Tierra Santa.
(En facebook: https://www.facebook.com/m.seforis/posts/pfbid02wdW8PEfkrKYnz8tj7ZrsnCrFWQeQ1AYaRG6xckFQDxXp857jfgVRgj63XdGTFhw3l)

“JORNADA MONÁSTICA EN JERUSALÉN… UN APOSTOLADO DEL TODO ESPECIAL”

Queridos amigos:

Dice nuestro Directorio de vida contemplativa: “Toda la vida de los religiosos debe ordenarse a la contemplación como elemento constitutivo de la perfección cristiana; sin embargo, “…es necesario que algunos fieles expresen esta nota contemplativa de la Iglesia viviendo de modo peculiar, recogiéndose realmente en la soledad…”. Ésta ha sido la misión de los monjes, quienes fueron y siguen siendo testigos de lo trascendente, pues proclaman con su vocación y género de vida que Dios es todo y que debe ser todo en todos.”

En esta oportunidad, queremos compartirles un evento del todo especial. Por gracia de Dios, este año pudimos participar por vez primera en una jornada para religiosos de vida contemplativa de Tierra Santa, muy bien organizada en Jerusalén, en la Iglesia de santa Ana, atendida por los padres blancos (Sociedad de los Misioneros de África). Para dicha ocasión, se invitó a más de 40 monasterios de distintas congregaciones presentes en los lugares santos y sus alrededores, para conocernos y a la vez testimoniar aquellos de específico que cada comunidad dedicada a la oración tiene en particular. El evento fue abierto al público, durante la mañana y, posteriormente, desde las 14:00 a las 18:00; donde cada monasterio estaba representado por al menos dos religiosos o religiosas, con un stand y afiche personalizado, y mesas donde se podían poner los folletos e información, así como los productos que cada monasterio hace para ayudar a su sustento, con total disposición en cada momento para recibir a los demás contemplativos, peregrinos y demás curiosos que participaron del evento. Contamos con una excelente ubicación, muy cerca de la entrada, donde pudimos ubicarnos junto con nuestras hermanas, representando a ambos monasterios de nuestra familia religiosa del Verbo Encarnado: Monasterio de la pasión, muerte y Resurrección de nuestro Señor, y Monasterio de la Sagrada Familia.

Es muy digno de mencionar lo bien representada que se vio la gran riqueza de la Iglesia en sus carismas, pues pudimos y compartir con una gran variedad de consagrados especialmente a la oración, lo cual se dejaba ver en todo el colorido que ornamentó la jornada, no sólo metafóricamente sino también los diversos hábitos religiosos que pasaban de un lado a otro acompañando personas, visitando los stand de otros monasterios, haciendo alguna visita a la capilla (que permaneció abierta todo el día) para rezar las horas litúrgicas, escuchar las visitas guiadas del lugar o escuchar a los religiosos y religiosas que formaron en la capilla hermosos coros de canto sacro, el cual en esta capilla es del todo especial, debido a la excelente acústica que posee y ayuda a elevarse con facilidad al escuchar los cantos de “los que se dedican a rezar”.

Entre las hermanas y nosotros pudimos hacer un gran apostolado también con los asistentes, quienes también formaron parte del colorido programa en cuanto a sus lugares de procedencia y respectivas lenguas que no dejaban de pasar y detenerse ante los religiosos, a quienes atendíamos en un momento en francés, luego en inglés, italiano, árabe o hebreo, según a quien le tocaba hablar con alguno de nosotros que supiera dicha lengua… y así, gracias a Dios, nos pudimos complementar muy bien en el apostolado.

Al final de la jornada, ceñida por la invitación general al rezo del santo Rosario, terminamos, obviamente agradecidos; convidados y convidando a rezar a los distintos monasterios, y especialmente alegres de todo el bien que se pudo hacer, dando testimonio de la dicha sobrenatural que implica dar la vida para dedicarse a Dios, buscando que cada momento de la misma valga la pena y sea una búsqueda continua de su gloria.

Nos encomendamos como siempre a sus oraciones; esperamos poder participar el próximo año de esta frutífera jornada, y les pedimos especiales plegarias para que nunca falten y aumentes las almas generosas en decir que sí a este estilo de vida especial del monacato.

En Cristo y María:

Miembros de la familia religiosa del Verbo Encarnado de vida contemplativa.

Pero esta vez del mismo lado del Jordán…

“Pequeña convivencia monástica”

Queridos amigos:

Como dice nuestro Directorio de Vida Contemplativa, “…la alegría del monje ha de brotar simplemente de considerar que Dios es, que Cristo es: ¡Ánimo!, que Soy Yo, no temáis (Mc 6,50); de estar convencidos que la verdad prima sobre la mentira; el bien sobre el mal; la belleza sobre la fealdad; el amor sobre el odio, la paz sobre la guerra, la misericordia sobre la venganza, la vida sobre la muerte, la gracia sobre el pecado; de la certeza, finalmente, de que el ser está sobre la nada, la Virgen sobre Satanás, Cristo sobre el Anticristo y Dios sobre todo, esta alegría no es otra cosa que el gozo de la contemplación de los misterios divinos.”; y si bien la alegría del monje depende esencialmente de las verdades sobrenaturales, sin embargo, eso no quita las razones naturales que también nos pueden alegrar, como es el hecho de que finalmente, después de casi dos años y medio, se facilitó notablemente la entrada al país de los peregrinos, razón por la cual nuestros monjes que se encuentran del otro lado del río Jordán (como les contamos en una crónica anterior), pudieron visitarnos para poder realizar la ansiada convivencia monástica, durante la cual pudimos peregrinar juntos y celebrar la santa Misa en algunos de los santos lugares, como la basílica de la Anunciación en Nazaret, o en el Monte Tabor.

Notable fue también el hecho de sumar nuevas voces a los cantos de la liturgia, ya sea para la Santa Misa o para el rezo de las horas litúrgicas, y haber celebrado este pasado lunes a la Virgen de Luján, patrona de nuestra familia religiosa, junto con nuestros demás religiosos en Belén.

Pero lo que más queríamos destacar en esta oportunidad, además de la peregrinación y sus muchos frutos, es la importancia de la vida fraterna en común que también vivimos los monjes, pese a estar la mayor parte del día en silencio, ya que es justamente con nuestra comunidad con quien ejercitamos y adquirimos las virtudes, y donde buscamos ayudarnos a tender hacia la santidad en un ambiente religioso y familiar que busca no otra cosa que vivir el Evangelio lo mejor posible según las buenas disposiciones, caridad y generosidad de los monjes; y decimos con precisión que somos verdaderamente una “familia religiosa”, porque a la familia no se la elige, sino que uno nace en ella y dentro de ella debe crecer y madurar, lo mismo que en la vida religiosa, familia dispuesta por Dios mismo en el lugar de misión, la cual debe ayudar a cada uno de sus miembros según sus necesidades a buscar la santidad y preparar lo mejor posible el ambiente para su consecución, con paciencia ante los defectos de cada uno, con caridad para con todos, y en nuestro caso mediante el cumplimiento de nuestros votos y constituciones, es decir, el camino hacia la santidad que Dios ha trazado para los miembros de la comunidad en general, al mismo tiempo que descubriendo mediante la vida de oración y de fraternidad, los designios personales entre el alma y Dios para el beneficio de ésta y la gloria de Aquél: he ahí nuestra alegría especial en este encuentro, ya que por unos pocos días nuestra comunidad creció y así pudimos compartir tanto la oración cuanto nuestras experiencias en nuestros actuales monasterios.

Damos gracias a Dios y a la Sagrada Familia por todos los beneficios recibidos durante esta breve pero muy fecunda convivencia, y encomendamos a sus oraciones en esta oportunidad a todos nuestros monjes, dedicados a rezar y ofrecer sacrificios por los que no rezan y por los que no se abrazan a la cruz salvadora de nuestro Señor Jesucristo, y por la conversión y santificación de las almas.

Con nuestra bendición, en Cristo y María:

Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,

Séforis, Tierra Santa.

 

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Breves del Monasterio de la Sagrada Familia: Ordenación episcopal, predicación de ejercicios espirituales, peregrinos y más.

Queridos amigos:

Es un hecho bastante constatable, que infatigablemente Dios nos bendice con sus gracias y nos permite aportar nuestro grano de arena en favor de las almas que nos encomienda y por las cuales pedimos cada día en nuestras oraciones, y de manera especial aquellas que visitan lo que queda de la casa de santa Ana tras estos silenciosos muros… ante lo cual no podemos más que agradecer constantemente e intentar traducir en obras esa gratitud. Pues bien, en esta oportunidad les compartimos brevemente algunos de estos motivos para dar gracias a Dios, vividos estos últimos días desde acá.

 

Ordenación episcopal

Por gracia de Dios, hemos podido asistir a la santa Misa de ordenación de Monseñor Rafic Nahra, vicario del Patriarcado latino para esta zona. Para algunos de nosotros fue la primera vez que veíamos una ordenación episcopal, siendo realmente hermosa y muy emocionante la liturgia en que se lleva a cabo, especialmente el momento en que el óleo consagrado desciende desde la cabeza para consagrar al nuevo obispo, a quien ya conocemos de antes y que siempre ha sido muy paternal con nosotros, incluso visitándonos aquí mismo, en el monasterio. Encomendamos a sus oraciones a Mons. Rafic y pedimos especialmente por los frutos de su ministerio.

 

Peregrinos amigos

Estos días hemos recibido la visita de la mamá de dos de nuestros sacerdotes y una de nuestras religiosas, Rita, a quien conocemos hace años y quien finalmente pudo venir a visitar a sus hijos misioneros y también nuestro monasterio. También hemos ido recibiendo poco a poco más grupos de peregrinos propiamente dichos, quienes luego del fin de las restricciones para poder entrar al país, están comenzando a ornamentar nuevamente las calles de Nazaret, Jerusalén, y de todos los lugares santos que llevaban dos años esperando su regreso.

 

Hace varios años conocimos, entre otros tantos sacerdotes peregrinos, al P. Denis, legionario que cada año hasta antes de la pandemia traía grupos del Salvador y Centroamérica, para celebrar aquí la santa Misa, ,mientras alguno de los monjes se queda atendiendo confesiones, y hacer una hermosa catequesis acerca de los padres de María santísima y de la familia, y charlas afectuosamente con los monjes, a quienes siempre nos pide que les expliquemos a los peregrinos acerca de nuestra vida monástica y de la importancia de este lugar santo. Fue muy lindo volver a recibir grupos grandes y traídos por un sacerdote amigo, además de ver nuevamente algunas de las caras conocidas y muchas más nuevas, quienes siempre amables y generosos con nosotros se fueron muy contentos y agradecidos, al igual que nosotros por su visita. Rezamos por los frutos de esta santa peregrinación.

 

Ejercicios espirituales para nuestras hermanas SSVM

La predicación de los ejercicios espirituales según el método de san Ignacio de Loyola, ocupa un lugar muy importante para nosotros, al punto de que nosotros mismos terminamos nuestro año de noviciado realizando el esquema original, de un mes completo en silencio y meditación, el cual repetimos cada 10 años (el de mes), pero que cada año realizamos de la manera más común y que solemos predicar para otros religiosos y laicos, por unos 5 días más o menos, dando como siempre abundantes frutos espirituales y enormes gracias para la santificación de nuestras almas. Una gracia del todo grande y especial. Pues bien, en esta ocasión 4 de nuestras religiosas, Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará, pudieron realizar sus ejercicios espirituales anuales, predicados en esta oportunidad por el P. Jason durante esta semana. Rezamos por la santificación y misión de las hermanas.

Finalmente recibimos la muy grata visita de nuestros monjes del otro lado del Jordán, pero eso merece una crónica especial que les compartiremos la próxima semana.

Siempre agradecidos y correspondientes a sus oraciones, y con nuestra bendición,

En Cristo y María:

P. Jason y P. Gonzalo, Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,

Séforis, Tierra Santa.

“VISITA DE LOS FRANCISCANOS AL MONASTERIO” (Y regreso de los peregrinos)

Queridos amigos:
Junto con la llegada de la primavera, por gracia de Dios, han comenzado a llegar también -poco a poco-, los peregrinos a Séforis. Ya las flores del jardín han comenzado a ornamentar con sus colores el monasterio, y de la misma manera podríamos decir que los hábitos religiosos y piadosas plegarias de los cristianos también han comenzado a decorar en más de una oportunidad tanto la capilla como las ruinas de la basílica que resguarda los restos de la casa de santa Ana.
Digno de mención es el hecho de que varios grupos nos han empezado a contactar para averiguar acerca de los horarios de atención y sobre la posibilidad de celebrar aquí la santa Misa, como algunos sacerdotes y hermanas del Pontificio Colegio mexicano y los hermanos y sacerdotes franciscanos que estudian teología en el lugar llamado “de la flagelación”, debido a su actual ubicación en el lugar que recuerda dicho acontecimiento de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, entre otras variadas y gratas visitas.
Después de la santa Misa de los frailes franciscanos, con algunos de los cuales ya nos conocemos hace años, pudimos saludarlos y contarles un poco acerca del monasterio y nuestra familia religiosa del Instituto del Verbo Encarnado, nuestro estilo de vida y misiones en el mundo, como siempre con un espíritu muy fraterno y la invitación de ellos para visitarlos cuando andemos por Jerusalén.
Damos gracias a Dios, a la Sagrada Famlia y a sus oraciones por esta nueva etapa para nuestro monasterio, en que esperamos poder recibir cada vez más almas devotas que vengan a rezar en este sencillo pero santo lugar; renovando nuestro compromiso de rezar por ustedes y sus intenciones, así como pidiéndoles especiales oraciones por los peregrinos de los santos lugares.
Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,
Séforis, Tierra Santa.

AVISO SOBRE EL HORARIO DE ATENCIÓN

Queridos peregrinos y guías:

Les informamos que gracias a Dios este año podremos celebrar la liturgia de Semana Santa y predicar Ejercicios Espirituales, así que a continuación les comunicamos los días en que el monasterio estará cerrado todo el día (además de cada lunes del año). Buena semana.

Desde el 13 al 18 de abril: Semana Santa a partir del Miércoles Santo
Desde el 24 al 30 de abril: Actividad monástica con otro monasterio
Desde el 1 al 7 de mayo: Predicación de Ejercicios Espirituales anuales
8 de mayo: Aniversario de fundación de este monasterio y solemnidad de nuestra Señora de Luján.

Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia.

Peregrinación a Nazaret

Desde el Monasterio de la Sagrada Familia

Queridos amigos:

Como bien sabemos, una peregrinación significa realizar un viaje a un lugar sagrado o santuario que se emprende por piedad, adoración, penitencia, para pedir alguna gracia o simplemente como acción de gracias, normalmente caminando ya que implica el ofrecer algo a Dios, comenzando por el esfuerzo que lleva consigo el hecho de realizarla. Es así que según las posibilidades, las peregrinaciones serán diversas, pero lo importante es aquel sentido sobrenatural que motiva y acompaña según las razones por las cuales se realiza que hemos citado arriba: “por piedad”, para poder llegar a rezar y venerar una capilla u otro lugar santo y las posibles reliquias o recuerdos de los santos que hayan pasado por allí; “por adoración”, para rendir a Dios el culto que se merece como el Todopoderoso, reconociendo su absoluta soberanía así como sus innumerables beneficios en favor nuestro; “por penitencia”, es decir, como reparación de nuestros pecados y expresión de nuestra reconciliación con Dios, ofreciéndole todo el sacrificio que nos pueda costar el llegar al lugar al que le hemos ofrecido peregrinar, sea una catedral, un santuario dedicado a su Madre, una capilla, etc.; “para pedir alguna gracia”, porque tenemos muchos pasajes de la Sagrada Escritura en los cuales se deja ver bien claro que Dios a menudo nos concede sus gracias, pero para algunas especiales nos pide algo a cambio (comenzando por un sincero acto de fe), ante lo cual nos podemos adelantar proponiéndole nuestras acciones, nuestra conversión y particularmente nuestros sacrificios; y esto no es extraño a lo largo de la historia de la Iglesia, en que tantas veces nos encontramos con personas que le han pedido alguna gracia muy especial a Dios y a cambio le han ofrecido generosos actos de devoción. Finalmente, podemos ofrecer una peregrinación (por más que no sea muy larga, es decir, a veces nos resulta difícil ir muy lejos, pero aun así podemos ofrecerle a Dios ir a rezar a tal o cual lugar, lo importante es la buena intención que acompañe nuestro ofrecimiento), como “simple acción de gracias” por tantos beneficios recibidos, los cuales siempre podemos tener presente, como la vida misma, la vida de la gracia, la posibilidad de practicar nuestra fe y de recibir los sacramentos, etc.

Pues bien, teniendo todo esto presente, por gracia de Dios (y gracia tras gracia…), pudimos realizar una peregrinación a la basílica de la Anunciación en Nazaret, donde hace pocos días pudimos celebrar la solemnidad de la Encarnación junto con nuestra familia religiosa del Verbo Encarnado, con la santa Misa presidida por el Patriarca; esta vez ofreciendo los esfuerzos por todas las almas que se encomiendan a nuestras oraciones y que nos acompañan a la distancia; que son muchas y les estamos muy agradecidos por tantas oraciones y mensajes que nos llegan comprometiendo sus oraciones por “los monjes de Séforis”, y por las intenciones que constantemente les pedimos sumar a las que nos llegan desde varias partes del mundo para rezar. Fue así que emprendimos el viaje luego de la Adoración Eucarística de la mañana y de la santa Misa, comenzando con el ofrecimiento de la peregrinación por todas estas almas que nos acompañan a la distancia -como hemos dicho-, y también por nuestra familia religiosa, nuestros familiares, amigos, bienhechores, etc.; y por las necesidades de la Iglesia y del mundo entero, como la paz en los lugares de guerra y donde a los cristianos les resulta más difícil practicar su fe.

Como no hay un camino especial para los peatones, hicimos el recorrido por el costado de la carrera hacia el centro de Nazaret, a poco más de 10 kilómetros de nuestro monasterio, rezando el santo Rosario apenas salimos a la ruta principal, y luego de dos horas exactas llegamos a nuestro destino: la basílica de la Anunciación, donde pudimos rezar tranquilamente a la vez que nos alegramos de ver nuevamente grupos de peregrinos rezando también frente al lugar donde María santísima se convirtió en la Madre de Dios por la Encarnación.

A continuación, visitamos el lugar donde la Tradición sitúa la sinagoga donde Jesucristo leyó el rollo de la Escritura afirmando que aquel día “se cumplía esa escritura” (Lc 4, 21), leyendo el Evangelio de dicho acontecimiento y visitando luego la Iglesia Melquita que se encuentra justamente al lado, acompañados por el sacerdote que vive allí quien se acercó a saludarnos y amablemente nos mostró él mismo el hermoso templo mientras nos conta

Finalmente regresamos también caminando al monasterio, agradecidos de esta oportunidad de rezar y hacer apostolado con las personas que nos preguntaban que quiénes éramos y qué hacíamos allí, para descansar un poco y retomar luego nuestra vida normal, con la Adoración Eucarística de la tarde y la gran satisfacción de haber podido realizar y ofrecer una nueva peregrinación.

En Cristo y María:

P. Jason Jorquera y P. Gonzalo Arboleda,

Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia.

Vía Crucis en Séforis

¡Recémoslo especialmente en esta santa Cuaresma!

 

“Estamos aquí, conscientes de que el vía crucis del Hijo de Dios no fue simplemente el camino hacia el lugar del suplicio. Creemos que cada paso del Condenado, cada gesto o palabra suya, así como lo que han visto y hecho todos aquellos que han tomado parte este drama, nos hablan continuamente. En su pasión y en su muerte, Cristo nos revela también la verdad sobre Dios y sobre el hombre.” (San Juan Pablo II).

Como cada viernes de Cuaresma, rezamos comunitariamente el santo Vía Crucis en el Monasterio de la Sagrada Familia a las 11:30. El clima parecía no acompañar: breves lluvias hasta antes de comenzar, tormenta de viento desde hacía una hora antes, frío intenso casi todo el tiempo, salvo algunos pequeños intervalos de sol que de vez en cuando se dejaron ver iluminando la basílica… y los dos monjes que por gracia de Dios custodian este lugar santo en espera de los peregrinos que hace dos años habían comenzado a “ornamentar” cada vez más seguido las ruinas de la casa de santa Ana. Y el clima, como hemos dicho, parecía no acompañar… pero acompañaba: rezar el Vía Crucis implica algo más que las 14 meditaciones de las respectivas estaciones; pues la invitación es más bien a considerar con ello el sendero en su totalidad por el cual el Hijo de Dios decidió libremente caminar hacia la cruz, en favor de nuestras almas y de su triunfo definitivo sobre el pecado y sobre la muerte. Por eso es que propiamente el clima sí acompañó, ya que no fue lo mismo meditar en la capilla (lo cual hubiésemos hecho de haber comenzado a llover como lo hizo durante la mañana), que siguiendo las estaciones que adornan los muros de la basílica que aún permanecen en pie, reflexionando en el dolor del corazón del Cordero sin mancha llevado al matadero (Cf. Is 53,7), entre el fuerte viento y el frío que apenas refrenaban nuestras capuchas. Y como un detalle más, durante la XII estación (“Jesús muere en la cruz”), se dejaron caer algunas gotas que amenazaron hacernos ponernos bajo techo… pero fueron pocas y duraron solamente lo que duró la meditación en esta estación.

Posteriormente rezamos la oración final en la capilla, para concluir con el rezo de sexta y el Ángelus, concluyendo así las oraciones de la mañana y medio día.

Invitamos a todos a participar de esta noble devoción, fuente de abundantes frutos espirituales, así como el rezo diario del santo Rosario, pidiendo de manera especial por los frutos de este tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión y mucha generosidad para con Dios, quien más nos da de Él, en la medida en que nosotros también nos demos.

La cruz es la gran escuela del amor y la sabiduría de un Dios clavado y abierto:
“¿Pero cómo, clavado, enseñas tanto?
Debe ser que siempre estás abierto,
¡Oh Cristo, Oh ciencia eterna, Oh libro santo!”
(Lope de Vega)

Con nuestra bendición, en Cristo y María:

Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,

Séforis, Tierra Santa.

Santa Misa y caminata en el desierto de Judea

Desde la casa de santa Ana

Escribía san Juan de la Cruz: “…Así lo hacían los anacoretas y otros santos ermitaños, que en los anchísimos y graciosísimos desiertos escogían el menor lugar que les podía bastar, edificando estrechísimas celdas y cuevas y encerrándose allí; donde san Benito estuvo tres años, y otro, que fue san Simón, se ató con una cuerda para no tomar más ni andar más que lo que alcanzase; y de esta manera muchos, que nunca acabaríamos de contar. Porque entendían muy bien aquellos santos que, si no apagaban el apetito y codicia de hallar gusto y sabor espiritual, no podían venir a ser espirituales.”

El desierto, como bien sabemos, no es propiamente un lugar que ofrezca consuelos y comodidades en cuanto tal, es decir, cuando se edifica algo en el desierto, se podrá adaptar, aclimatar y hasta acomodar para poder quedarse allí, pero todo esto sólo se puede realizar en la medida en que se le quite al desierto -al menos en un punto específico-, lo que tiene de propio y característico, que es su rudeza, soledad, extensión, aridez, etc.; figura perfecta del trabajo arduo que debe realizar un alma para disponerse a adentrase en las arideces y soledades de la purificación de sus desórdenes para encaminarse hacia la unión con Dios; la cual depende de nuestras renuncias, de nuestros despojos de todo aquello que ocupa el lugar que sólo a Dios le corresponde en nuestra alma, y que debemos preparar y disponer echando afuera el pecado, el desorden, y hasta las imperfecciones voluntarias en cuanto a que éstas Dios tampoco las quiere, porque refrenan nuestro vuelo hacia la santidad… en definitiva, la figura del desierto es la figura del despojo, del vaciarse de sí mismo para dejar a Dios llenar Él mismo ese lugar. Por esta razón aquellas almas heroicas que iniciaron el monacato cristiano se apartaban al desierto, para combatir contra sí mismos y conquistar así la estrecha unión con Dios, asentando las bases de lo que deben ser hasta nuestros días los monasterios, “desiertos” en que el alma se dedique a tratar a solas con Dios en bien del mundo entero y de ella misma, mediante el despojo y las renuncias… dedicando la vida entera a esta purificación y unión con Dios: “A medida, pues, que nos veamos libres de toda falta, de cualquier imperfección, de toda criatura, de todo móvil humano, para pensar sólo en Él, para obrar según su beneplácito, más abundante irá siendo la vida en nosotros, y con mayor plenitud se nos dará Dios a sí mismo”, decía Dom Columba Marmion a sus monjes; y el gran Maestro de la Cruz nos exhorta: “mejor es aprender a poner las potencias en silencio y callando, para que hable Dios; …cuando venga el alma según estas sus potencias a soledad y le hable Dios al corazón” (San Juan de la Cruz).

Pues bien, teniendo esto siempre presente, para nosotros los llamados por la Divina Misericordia a la vida monástica y en el inicio de esta santa Cuaresma, ha sido realmente una gracia muy grande haber podido celebrar la santa Misa en el desierto de Judea, teniendo como retablo las soledades que hace 2000 años se vieran ornamentadas por la santa presencia de nuestro Señor Jesucristo, incluido el llamado “Monte de las tentaciones” según la antigua tradición, en donde el Hijo de Dios padeció las tentaciones que nos dejó como ejemplo de victoria sobre el demonio y el pecado (Mt 4, 1-11; Mc 1:12-13; Lc 4,1-13), asentando de manera clara las bases de la lucha que todo cristiano realmente comprometido con Dios y con su fe, también deberá padecer en esta vida y sobrellevar para darle gloria a su Señor e ir aprendiendo a ensanchar el alma, que se irá santificando en la medida que lo hagan sus batallas y victorias… o su volver a levantarse con fuerzas y propósitos renovados por la Divina Misericordia.

Para esta ocasión, salimos muy temprano con nuestros padres de Belén hacia el testigo del largo ayuno de nuestro Señor, habiendo preparado los ánimos y todo lo necesario para la santa Misa y posterior caminata a través del yermo.

Debido a la época, el desierto deja ver algunas partes verdes y hasta flores en la zona en que celebramos el santo sacrificio, las cuales después desaparecerán por casi todo el resto del año, y que dejamos de ver apenas nos apartamos del lugar, donde dicha santa Misa la ofrecimos por tantas intenciones de las almas que se encomiendan a nuestras oraciones, además del término de la guerra (pidiendo especialmente por Ucrania). A continuación, luego de viajar un poco más al sur, comenzamos la travesía por el árido aunque hermoso paisaje, con gran entusiasmo interior, bastante agua en la mochila, y solamente el sol y su calor por techo; conversando a ratos (cuando no eran subidas o bajadas que exigieran algo más de aliento), y aprovechando para rezar y meditar cuando solamente el viento se dejaba oír… en definitiva, una salida muy acorde a este tiempo penitencial que nos regala nuevamente la Iglesia, para reflexionar sobre nuestras vidas, extirpar lo que haya que extirpar (cualquier desorden o pecado que haya hecho nido en el corazón), adquirir las virtudes que haya que adquirir, y ser más generosos para con Dios en nuestras ofrendas, especialmente las espirituales; reparando así nuestros pecados, enderezando nuestras almas hacia la eternidad, y caminando decididamente por la senda de la santificación.

Les deseamos una muy fructífera y santa Cuaresma.

Con nuestra bendición, en Cristo y María:

Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia,

Séforis, Tierra Santa.