Audiencias de san Juan Pablo II

Fe y revelación

¿Qué quiere decir “creer”?

Conocimiento racional de Dios

perfil-wojtyla-papa-juan-pablo-ii¿Qué quiere decir “creer”? 13.03.85

1. El primer y fundamental punto de referencia de la presente catequesis son las profesiones de la fe cristiana universalmente conocidas. Se llaman también ´símbolos de fe´. La palabra griega ´symbolon´ significaba la mitad de un objeto partido (p.ej. un sello) que se presentaba como el signo de reconocimiento. En nuestro caso, los ´símbolos´ significan la colección de las principales verdades de fe, es decir, de aquello en lo que la Iglesia cree.

2. Entre los varios ´símbolos de fe´ antiguos, el más autorizado es el ´símbolo apostólico´, de origen antiquísimo y comúnmente recitado en las ´oraciones del cristiano´. En él se contienen las principales verdades de la fe transmitidas por los Apóstoles de Jesucristo. Otro símbolo antiguo y famoso es el ´niceno-constantinopolitano´: contiene las mismas verdades de la fe apostólica autorizadamente explicadas en los dos primeros Concilios Ecuménicos de la Iglesia universal: Nicea (325) I Constantinopla (381).
Los símbolos de fe son el principal punto de referencia para la presente catequesis. Pero ellos nos remiten al conjunto del ´depósito de la Palabra de Dios´, constituido por la Sagrada Escritura y la Tradición apostólica, del que son una síntesis conocida. Por esto, a través de las profesiones de fe nos proponemos remontarnos también nosotros a ese ´depósito´ inmutable, guiados por la interpretación que la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo, ha dado de él en el curso de los siglos.

3. Cada uno de los mencionados ´símbolos´ comienza con la palabra ´creo´. Efectivamente, cada uno de ellos nos sirve no tanto como instrucción, sino como profesión. Los contenidos de esta confesión son las verdades de la fe cristiana: todas están enraizadas en esta primera palabra ´creo´. Y precisamente sobre esta expresión ´creo´, deseamos centrarnos en esta primera catequesis.
La expresión está presente en el lenguaje cotidiano, aún independientemente de todo contenido religioso, y especialmente del cristiano. ´Te creo´, significa: me fío de ti, estoy convencido de que dices la verdad. ´Creo en lo que tú dices´ significa: estoy convencido de que el contenido de tus palabras corresponde a la realidad objetiva.
En este uso común de la palabra ´creo´ se ponen de relieve algunos elementos esenciales. ´Creer´ significa aceptar y reconocer como verdadero y correspondiente a la realidad el contenido de lo que se dice, esto es, de las palabras de otra persona (o incluso de más personas), en virtud de su credibilidad (o de ellas). Esta credibilidad decide, en un caso dado, sobre la autoridad especial de la persona: la autoridad de la verdad. Así, pues, al decir ´Creo´, expresamos simultáneamente una doble referencia: a la persona y a la verdad; a la verdad, en consideración de la persona que tiene particulares títulos de credibilidad.

4. La palabra ´creo´ aparece con frecuencia en las páginas del Evangelio y de toda la Sagrada Escritura. Sería muy útil confrontar y analizar todos los puntos del Antiguo y Nuevo Testamento que nos permiten captar el sentido bíblico del ´Creer´. Al lado del verbo ´creer´ encontramos también el sustantivo ´fe´ como una de las expresiones centrales de toda la Biblia. Encontramos incluso cierto tipo de ´definiciones´, como p.ej.: ´La fe es la garantía de lo que se espera, la prueba de las cosas que no se ven´ (´fides est sperandarum substantia rerum et argumentum non apparentium´) de la Carta a los Hebreos (11, 1).
Estos datos bíblicos han sido estudiados, explicados, desarrollados por los Padres y los teólogos a lo largo de dos mil años de cristianismo, como nos lo atestigua la enorme literatura exegética y dogmática que tenemos a disposición. Lo mismo que en los ´símbolos´, así también en toda la teología el ´creer´, la ´fe´, es una categoría fundamental. Es también el punto de partida de la catequesis, como primer acto con el que se responde a la Revelación de Dios.

5. En el presente encuentro nos limitaremos a una sola fuente, pero que resume todas las otras. Es la Constitución conciliar Dei Verbum del Vaticano II. Allí leemos:
´Quiso Dios, con su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad; mediante el cual los hombres, por Cristo, la Palabra hecha carne, y con el Espíritu Santo, pueden llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina.´ (Dei Verbum, 2).
´Cuando Dios revela, el hombre tiene que someterse con la fe. Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios, le ofrece el homenaje total de su entendimiento y voluntad, asintiendo libremente a lo que Dios le revela´ (Dei Verbum, 5).
En estas palabras del documento conciliar se contiene la respuesta a la pregunta: ¿Qué significa ´creer´?. La explicación es concisa, pero condensa una gran riqueza de contenido. Deberemos en lo sucesivo penetrar más ampliamente en esta explicación del Concilio (.).
Ante todo hay una cosa obvia: existe un genético y orgánico vínculo entre nuestro ´credo´ cristiano y esa particular ´iniciativa´ de Dios mismo, quese llama ´Revelación´.
Por esto, la catequesis sobre el ´credo´ (la fe), hay que realizarla juntamente con la de la Revelación divina. Lógica e históricamente la revelación precede a la fe. La fe está condicionada por la Revelación. Es la respuesta del hombre a la divina Revelación.
Digamos desde ahora que esta respuesta es posible y justo darla, porque Dios es creíble. Nadie lo es como El. Nadie como El posee la verdad. En ningún caso como en la fe en Dios se realiza el valor conceptual y semántico de la palabra tan usual en el lenguaje humano: ´Creo´, ´Te creo´.

2. Conocimiento racional de Dios 20.03.85

1. Concentrémosnos todavía un poco sobre el sujeto de la fe: sobre el hombre que dice “creo” respondiendo de este modo a Dios que “en su bondad y sabiduría” ha querido “revelarse al hombre”,
Antes de pronunciar su ´creo´, el hombre posee ya algún concepto de Dios que obtiene con el esfuerzo de la propia inteligencia. Al tratar de la revelación divina, la Constitución Dei Verbum recuerda este hecho con las siguientes palabras: ´El Santo Sínodo profesa que el hombre puede conocer ciertamente a Dios con la razón natural por medio de las cosas creadas´ (Dei Verbum, 6).
El Vaticano II se remite aquí a la doctrina expuesta con amplitud por el Concilio anterior, el Vaticano I. Es la misma de toda la Tradición doctrinal de la Iglesia que hunde sus raíces en la Sagrada Escritura, en el Antiguo y Nuevo Testamento.

2. Un texto clásico sobre el tema de la posibilidad de conocer a Dios -en primer lugar su existencia- a partir de las cosas creadas, lo encontramos en la Carta de San Pablo a los Romanos: . lo cognoscible de Dios es manifiesto a ellos, pues Dios se lo manifestó; porque desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y divinidad, son conocidos mediante las obras. De manera que son inexcusables´ (Rom 1, 19-21). Aquí el Apóstol tiene presentes a los hombres que ´aprisionan la verdad con la injusticia´ (Rom 1,19). El pecado les impide dar la gloria debida a Dios, a quien todo hombre puede conocer. Puede conocer su existencia y también hasta un cierto grado su esencia, perfecciones y atributos. En cierto sentido Dios invisible ´se hace visible en sus obras´.
En el Antiguo Testamento, el libro de la Sabiduría proclama la misma doctrina del Apóstol sobre la posibilidad de llegar al conocimiento de la existencia de Dios a partir de las cosas creadas. La encontramos en un pasaje algo más extenso que conviene leer entero:
´Vanos son por naturaleza todos los hombres, en quienes hay desconocimiento de Dios,/ y que a partir de los bienes visibles son incapaces de ver al que es,/ ni mediante la consideración de sus obras conocieron al artífice.
Sino que al fuego, al viento, al aire ligero,/ o al círculo de los astros, o al agua impetuosa,/ o a las lumbreras del cielo tomaron por dioses rectores del universo.
Pues si, seducidos por su hermosura, los tuvieron por dioses,/ debieron conocer cuánto mejor es el Señor de ellos,/ pues es el autor de la belleza quien hizo todas estas cosas.
Y si se admiraron del poder y de la fuerza,/ debieron deducir de aquí cuánto más poderoso es su plasmador.
Pues en la grandeza y hermosura de las criaturas,/ por analogía se puede Contemplar a su Hacedor original.
Pero sobre éstos no cae tan grande reproche,/ pues por ventura yerran/buscando realmente a Dios y queriendo hallarle.
Y ocupados en la investigación de sus obras,/ a la vista de ellas se persuaden de la hermosura de lo que ven, aunque no son excusables.
Porque si pueden alcanzar tanta ciencia/ y son capaces de investigar el universo,/ cómo no conocen más fácilmente al Señor de él?´ (Sab 13, 1-9).
El Pensamiento principal de este pasaje lo encontramos también en la Carta de San Pablo a los Romanos (1, 18-21): Se puede conocer a Dios por sus criaturas; para el entendimiento humano el mundo visible constituye la base de la afirmación de la existencia del Creador invisible. El pasaje del libro de la Sabiduría es más amplio. En él polemiza el autor inspirado con el paganismo de su tiempo que atribuía a las criaturas una gloria divina. A la vez nos ofrece elementos de reflexión y juicio que pueden ser válidos en toda poca, también en la nuestra. Habla del enorme esfuerzo realizado para conocer el universo visible. Habla asimismo de los hombres que ´buscan a Dios y quieren hallarle´. Se pregunta por qué el saber humano que consigue ´investigar el universo´ no llega a conocer a su Señor. El autor del libro de la Sabiduría, al igual que San Pablo más adelante, ve en ello una cierta culpa. Pero convendrá volver de nuevo a este tema por separado.
Por ahora preguntémosnos también nosotros esto: ¿Cómo es posible que el inmenso progreso en el conocimiento del universo (del macrocosmos y del microcosmos), de sus leyes y avatares, de sus estructuras y energías, no lleve a todos a reconocer al primer Principio sin el que el mundo no tiene explicación?. Hemos de examinar las dificultades en que tropiezan no pocos hombres de hoy. Hagamos notar con gozo que, sin embargo, son muchos también hoy los científicos verdaderos que en su mismo saber científico encuentran un estímulo para la fe o, al menos, para inclinar la frente ante el misterio.

3. Siguiendo la Tradición que, como hemos dicho, tiene sus raíces en la Sagrada Escritura del Antiguo y Nuevo Testamento, en el siglo XIX, durante el Concilio Vaticano I, la Iglesia recordó y confirmó esta doctrina sobre la posibilidad de que está dotado el entendimiento del hombre para conocer a Dios a partir de las criaturas. En nuestro siglo, el Concilio Vaticano II ha recordado de nuevo esta doctrina en el contexto de la Constitución sobre la revelación divina (Dei Verbum ). Ello reviste suma importancia.
La Revelación divina constituye de hecho la base de la fe: del ´creo´ del hombre. Al mismo tiempo, los pasajes de la Sagrada Escritura en que está consignada esta Revelación, nos enseñan que el hombre es capaz de conocer a Dios con su sola razón, es capaz de una cierta ´ciencia´ sobre Dios, si bien de modo indirecto y no inmediato. Por tanto, al lado del ´yo creo´ se encuentra un cierto ´yo sé ´. Este ´yo sé ´ hace relación a la existencia de Dios e incluso a su esencia hasta un cierto grado. Este conocimiento intelectual de Dios se trata de modo sistemático en una ciencia llamada ´teología natural´, que tiene carácter filosófico y surge en el terreno de la metafísica, o sea, de la filosofía del ser. Se concentra sobre el conocimiento de Dios en cuanto Causa primera y también en cuanto Fin último del universo.

4. Estos problemas y toda la amplia discusión filosófica vinculada a ellos, no pueden tratarse a fondo en el marco de una breve instrucción sobre las verdades de la fe. Ni siquiera queremos ocuparnos con detenimiento de las ´vías´ que conducen a la mente humana en la búsqueda de Dios (las cinco ´vías´ de Santo Tomás de Aquino). Para nuestra catequesis de ahora es suficiente tener presente el hecho de que las fuentes del cristianismo hablan de la posibilidad de conocer racionalmente a Dios. Por ello y según la Iglesia todo nuestro pensar acerca de Dios sobre la base de la fe tiene también carácter ´racional´ e ´intelectivo´. E incluso el ateísmo queda en el círculo de una cierta referencia al concepto de Dios. Pues si de hecho se niega la existencia de Dios, debe saber ciertamente de Quien niega la existencia.
Claro está que el conocimiento mediante la fe es diferente del conocimiento puramente racional. Sin embargo, Dios no podía haberse revelado al hombre si éste no fuera capaz por naturaleza de conocer algo verdadero a su respecto. Por consiguiente, junto y más allá de un ´yo sé ´, propio de la inteligencia del hombre, se sitúa un ´yo creo´, propio del cristiano: en efecto, con la fe el creyente tiene acceso, si bien sea en la oscuridad, al misterio de la vida íntima de Dios.

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