Nuestra Señora de Luján, festejos en Belén
Queridos amigos:
“Toda madre tiene una misión específica, que le corresponde por título: velar por sus hijos; pero en la Virgen de Luján, en cuanto nuestra patrona, esta misión se ensancha y se extiende de una manera completamente diferente, especial, magnánima, “irrefrenable” -podríamos decir-; ya que por medio de la misión su maternidad no se detiene, al ir abarcando junto con su Hijo a todas las almas que Él va conquistando, porque donde está Jesús está María, y donde están los misioneros de Jesucristo está la Reina de las misiones acompañando, confortando, sosteniendo e intercediendo por nosotros, “sus primeros misionados”; y esta consideración nos recuerda que así como la Virgen nos asumió con las responsabilidades propias de su patrocinio, así también nosotros tenemos deberes de amor filial con nuestra madre y patrona…” (Extracto de la Homilía predicada en el Hogar Niño Dios, Belén).
Por gracia de Dios hemos podido festejar, el pasado 8 de mayo, a nuestra Señora de Luján como corresponde: en familia, y en un lugar tan significativo como lo es Belén, donde por divina disposición el Hijo de Dios fue recibido en este mundo por las purísimas manos de la Virgen. Para celebrar nos reunimos todos en el Hogar Niño Dios, donde rezamos ya la noche anterior los Maitines, y luego la santa Misa al día siguiente, presidida por el P. Pablo De Santo, rindiendo homenaje a nuestra Patrona y compartiendo a la vez la alegría, en nuestro caso, de haber cumplido 12 años de fundación del Monasterio de la Sagrada Familia, nuestra casa.
Luego de la santa Misa compartimos una cena festiva con nuestros demás religiosos de Tierra Santa, cerrando así la jornada dedicada a nuestra Señora de Luján, patrona de nuestra familia religiosa del Verbo encarnado.
Damos gracias a Dios por todos los beneficios recibidos durante todos estos años, especialmente por medio de las manos de María santísima, y encomendamos a sus oraciones a todos los miembros de nuestra familia religiosa, para que seamos siempre fieles a la “aventura misionera”, según enseñan nuestras constituciones.
Con nuestra bendición, en Cristo y María:
Monjes del Monasterio de la Sagrada Familia.






























































Como antes les hemos contado, nuestro monasterio se encuentra en lo que fue la casa de Santa Ana, Madre de nuestra Señora. El lugar forma parte de un parque arqueológico, y debido a que se encuentra dentro de un moshav hebreo, siendo tan solo nosotros y las religiosas vecinas los únicos cristianos de la zona, y pese a que celebramos la santa Misa a diario, lo normal es que no contemos con feligresía, razón por la cual siempre hemos asistido para las grandes celebraciones a la Basílica de Nazaret. Pero este año fue diferente, puesto que gracias a que la Divina Providencia se encargó de contactarnos con un grupo de peregrinos mejicanos que querían participar de la liturgia en español y no encontraban lugar, es que luego de ocho siglos pudimos celebrar aquí, en la casa de santa Ana, “la santa Misa de Domingo de resurrección”.


































