Los anuncios de la Pasión (2ª parte)

Los anuncios de la Pasión (2ª parte)

R.P. Gustavo Pascual, monje IVE.

SEGUNDO: SE CUMPLIRÁ TODO LO QUE LOS PROFETAS ESCRIBIERON SOBRE EL HIJO DEL HOMBRE[1]

            Vamos a tomar el compendio de todo lo profetizado por Jesús en las tres predicciones de su Pasión para confrontarlo con lo que dijeron los profetas acerca de ellas.

             El Hijo del hombre, es decir, Jesús, va a sufrir en Jerusalén, cumpliendo allí todo lo que dijeron los profetas. Va a ser entregado a los sumos sacerdotes y escribas que lo reprobarán, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para burlarse de él, va a sufrir mucho, lo escupirán, lo insultarán, lo azotarán y le matarán crucificándolo y al tercer día resucitará.

 Va a sufrir en Jerusalén

 Entrada triunfal en Jerusalén (Mt 21, 1-11p)

            “Cuando se aproximaron a Jerusalén, al llegar a Betfagé, junto al monte de los Olivos, entonces envió Jesús a dos discípulos, diciéndoles: «Id al pueblo que está enfrente de vosotros, y enseguida encontraréis un asna atada y un pollino con ella; desatadlos y traédmelos. Y si alguien os dice algo, diréis: El Señor los necesita, pero enseguida los devolverá.» Esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del profeta: Decid a la hija de Sión: He aquí que tu Rey viene a ti, manso y montado en un asna y un pollino, hijo de animal de yugo. Fueron, pues, los discípulos e hicieron como Jesús les había encargado: trajeron el asna y el pollino. Luego pusieron sobre ellos sus mantos, y él se sentó encima. La gente, muy numerosa, extendió sus mantos por el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Y la gente que iba delante y detrás de él gritaba: « ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!» Y al entrar él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. « ¿Quién es éste?» decían. Y la gente decía: «Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.»”

 *          *          *

             “Se plantarán sus pies aquel día en el monte de los Olivos que está enfrente de Jerusalén, al oriente” (Za 14, 4).

            “Mirad que Yahveh hace oír hasta los confines de la tierra: «Decid a la hija de Sión: Mira que viene tu salvación; mira, su salario le acompaña, y su paga le precede” (Is 62, 11).

            “¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna” (Za 9, 9)

            “¡Bendito el que viene en el nombre de Yahveh! Desde la Casa de Yahveh os bendecimos.

Yahveh es Dios, él nos ilumina. ¡Cerrad la procesión, ramos en mano, hasta los cuernos del altar!” (Sal 118, 25-26).

            “« ¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido!” (Mt 23, 37p).

             Va a ser entregarlo a los sumos sacerdotes y escribas que lo reprobarán, lo condenarán a muerte.

 Consejo secreto del Sanedrín (Mt 26, 1-5p)

             “Y sucedió que, cuando acabó Jesús todos estos discursos, dijo a sus discípulos: «Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua; y el Hijo del hombre va a ser entregado para ser crucificado.»

         Entonces los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron en el palacio del Sumo Sacerdote, llamado Caifás; y resolvieron prender a Jesús con engaño y darle muerte. Decían sin embargo: «Durante la fiesta no, para que no haya alboroto en el pueblo»” (Mt 26, 1-5).

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           “¿Por qué se agitan las naciones, y los pueblos mascullan planes vanos? Se yerguen los reyes de la tierra, los caudillos conspiran aliados contra Yahveh y contra su Ungido” (Sal 2, 1-2)

            “Escucho las calumnias de la turba, terror por todos lados, mientras se aúnan contra mí en conjura, tratando de quitarme la vida” (Sal 31, 14)

Juicio nocturno en casa de Caifás (Mt 26, 57-66p)

             “Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás, donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro le iba siguiendo de lejos hasta el palacio del Sumo Sacerdote; y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el final. Los sumos sacerdotes y el Sanedrín entero andaban buscando un falso testimonio contra Jesús con ánimo de darle muerte, y no lo encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, que dijeron: «Este dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días edificarlo.» Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: « ¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: «Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.» Dícele Jesús: «Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo.» Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: « ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?» Respondieron ellos diciendo: «Es reo de muerte»”.

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          Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca” (Is 53, 7).

           “No me entregues al ansia de mis adversarios, pues se han alzado contra mí falsos testigos, que respiran violencia” (Sal 27, 12).

            “Y los sacerdotes y profetas, dirigiéndose a los jefes y a todo el pueblo, dijeron: « ¡Sentencia de muerte para este hombre, por haber profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos!»” (Jr 26, 11).

Jesús delante del Sanedrín (Lc 22, 66-71p)

             “En cuanto se hizo de día, se reunió el Consejo de Ancianos del pueblo, sumos sacerdotes y escribas, le hicieron venir a su Sanedrín y le dijeron: «Si tú eres el Cristo, dínoslo.» El respondió: «Si os lo digo, no me creeréis. Si os pregunto, no me responderéis. De ahora en adelante, el Hijo del hombre estará sentado a la diestra del poder de Dios.» Dijeron todos: «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?» Él les dijo: «Vosotros lo decís: Yo soy.» Dijeron ellos: « ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos, pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca?»”.

 Lo entregarán a los gentiles, para burlarse de él.

 Entrega a Pilato (Mt 27, 2p)

            “Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilato”.

 Jesús es coronado de espinas (Mt 27, 27-29.31p)

 
“Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: « ¡Salve, Rey de los judíos!» […] Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle”.

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                       “Todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza” (Sal 22, 7)

            “Si tomo un sayal por vestido, para ellos me convierto en burla, cuento de los que están sentados a la puerta, y copla de los que beben licor fuerte” (Sal 69, 11-12).

                  “Me he hecho el insulto de ellos, me ven y menean su cabeza” (Sal 109, 25).

 Los criados se burlan de Jesús (Mt 26, 67-68; Mc 14, 65)

             “Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle, diciendo: «Adivínanos, Cristo. ¿Quién es el que te ha pegado?»”.

 *          *          *

             “Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos” (Is 50, 6).

            “Así como se asombraron de él muchos – pues tan desfigurado tenía el aspecto que no parecía hombre, ni su apariencia era humana” (Is 52, 14);

             “Los hombres que le tenían preso se burlaban de él y le golpeaban; y cubriéndole con un velo le preguntaban: « ¡Adivina! ¿Quién es el que te ha pegado?» Y le insultaban diciéndole otras muchas cosas”. (Lc 22, 63-65)

            “Situándolos durante la espera nocturna, antes de la sesión del Sanedrín y no después de ella como en Mt y Mc, los ultrajes en Lc no son cosa de los sanedritas, sino de sus lacayos. Además, a diferencia también de Mt 26, 68; Mc 14, 65, Jesús tiene el rostro cubierto con un velo, de modo que los ultrajes resultan un juego de adivinación, muy conocido en el mundo antiguo y aun en todos los tiempos. Sobre estos detalles el relato de Lc sin duda más verosimilitud que los de Mt y Mc”[2].

 El manto de Herodes (Lc 23, 11)

            “Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato”.

            “Vestido de gala, como el que llevaban los príncipes. Herodes quiere mofarse de las pretensiones de Jesús a la realeza”[3].

 Jesús es entregado para la muerte (Mt 27, 29-31)

            “Y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: « ¡Salve, Rey de los judíos!»; y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza. Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle”.

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                       “Y yo, gusano, que no hombre, vergüenza del vulgo, asco del pueblo, todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza” (Sal 22, 7-8).

            “Si tomo un sayal por vestido, para ellos me convierto en burla, cuento de los que están sentados a la puerta, y copla de los que beben licor fuerte” (Sal 69, 11-12).

            “Me he hecho el insulto de ellos, me ven y menean su cabeza” (Sal 109, 25).

            “Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos” (Is 50, 6).

 Va a sufrir mucho

 Getsemaní (Mt 26, 36-46p)

         “Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.» Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.» Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú.» Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: « ¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.» Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.» Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Viene entonces donde los discípulos y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca.»”.

 *          *          *

             “¿Por qué, alma mía, desfalleces y te agitas por mí? Espera en Dios: aún le alabaré, ¡salvación de mi rostro y mi Dios!” (Sal 42, 6)

            “¿No es para uno una mortal tristeza un compañero o amigo trocado en enemigo?” (Si 37, 2)

            “¡Despierta, despierta! ¡Levántate, Jerusalén! Tú, que has bebido de mano de Yahveh la copa de su ira. El cáliz del vértigo has bebido hasta vaciarlo. Así dice tu Señor Yahveh, tu Dios, defensor de tu pueblo. Mira que yo te quito de la mano la copa del vértigo, el cáliz de mi ira; ya no tendrás que seguir bebiéndolo” (Is 51, 17.22)

            “¿Quién dio crédito a nuestra noticia? Y el brazo de Yahveh ¿a quién se le reveló? Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. Él ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca. Tras arresto y juicio fue arrebatado, y de sus contemporáneos, ¿quién se preocupa? Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su pueblo ha sido herido; y se puso su sepultura entre los malvados y con los ricos su tumba, por más que no hizo atropello ni hubo engaño en su boca. Mas plugo a Yahveh quebrantarle con dolencias. Si se da a sí mismo en expiación, verá descendencia, alargará sus días, y lo que plazca a Yahveh se cumplirá por su mano. Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará. Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes” (Is 53, 1-12)

 Lo escupirán (Mt 27, 30p)

             “Y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la cabeza”.

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                      “Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos” (Is 50, 6).

 Le insultarán (Mt 27, 27- 29p)

            “Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo: « ¡Salve, Rey de los judíos!»”.

 Las gentes se ríen del crucificado (Mt 27, 39-44p)

             “Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!»

Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos se burlaban de él diciendo:

«A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es: que baje ahora de la cruz, y creeremos en él. Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de verdad le quiere; ya que dijo: “Soy Hijo de Dios.”» De la misma manera le injuriaban también los salteadores crucificados con él”.

*          *          *

             “Y yo, gusano, que no hombre, vergüenza del vulgo, asco del pueblo, todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza” (Sal 22, 6-8)

            “Me he hecho el insulto de ellos, me ven y menean su cabeza” (Sal 109, 25).

            “Es para trocar su tierra en desolación, en eterna rechifla: todo el que pasare se asombrará de ella y meneará la cabeza” (Jr 18, 16).

            “Sobre ti baten palmas todos los que pasan de camino; silban y menean la cabeza sobre la hija de Jerusalén. « ¿Esa es la ciudad que llamaban la Hermosa, la alegría de toda la tierra?»” (Lm 2, 15).

            “Meneará su cabeza, batirá palmas, cuchicheará mucho y mudará de cara” (Si 12, 18).

            “Te avergonzará en sus festines, hasta despojarte dos, tres veces, y para terminar se burlará de ti. Después, si te ve, te dejará a un lado, y meneará la cabeza ante ti” (Si 13, 7).

            “Pues si el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librará de las manos de sus enemigos. Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y probar su entereza. Condenémosle a una muerte afrentosa, pues, según él, Dios le visitará” (Sb 2, 18-20)

 Lo azotarán

             “Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle” (Jn 19, 1)

            “Así que le castigaré y le soltaré” (Lc 23, 16)

            “Y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado” (Mc 15, 15)

 Le matarán crucificándole

 La crucifixión (Mc 15, 22-27p)

             “Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario. Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó. Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando le crucificaron. Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.» Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda”.

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             “Veneno me han dado por comida, en mi sed me han abrevado con vinagre” (Sal 69, 22).

            “Dad bebidas fuertes al que va a perecer y vino al de alma amargada; que beba y olvide su miseria, y no se acuerde ya de su desgracia” (Pr 31, 6-7).

            “Puedo contar todos mis huesos; ellos me observan y me miran, repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica” (Sal 22, 18-19).

            “Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes” (Is 53, 12).

 Jesús muere (Mt 27, 50p)

             “Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu”.

 Y al tercer día resucitará 

Los ángeles anuncian la Resurrección (Lc 24, 3-8p)

             “Y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes. Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: « ¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite. “» Y ellas recordaron sus palabras”.

            “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?” (Lc 24, 25-26)

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            “Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará” (Is 53, 11)

         “He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera” (Is 52, 13)

[1] Lc 18, 31

[2] Nota de la Biblia de Jerusalén (1998) a Lc 22, 63

[3] Jsalén a Lc 23, 11

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